Tras una campaña de tres meses, el pasado 8 de mayo se efectuó la primera recolección masiva de pilas usadas entre los estudiantes de seis colegios privados, ocho escuelas públicas y tres universidades de la capital de la República. Con esta experiencia  se intenta concienciar al público para luego lanzar un proyecto a gran escala  de recolección de residuos tóxicos domiciliarios, que se iniciará en septiembre próximo.

La jornada   fue calificada como un éxito por los miembros de Acuerdo Ecuador y el Fondo para la Protección del Agua (Fonag),  que organizaron la actividad como parte de la “campaña de consumo responsable”.  Parte de ese éxito se sustenta en las cifras: 18.942 pilas recolectadas (17.920 alcalinas, 824 de litio y 198 de mercurio), con lo que se protegieron 3.249 millones de litros de agua, según los impulsores del plan, en cuya presentación estuvieron 7.200 alumnos de primaria y secundaria y  15.000 universitarios.

Camila Olander tiene 7 años y estudia en primer grado en el Colegio Menor San Francisco de Quito. Con mucho orgullo cuenta que logró reunir once pilas usadas, las cuales, dice,  son malas y tóxicas para las personas y el medio ambiente. Ahora su ilusión es reciclarlas a través del proyecto para que se puedan recargar y volver a usar.

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Pero  esto no es posible porque en la capital aún no existe una planta de tratamiento para estos residuos. Hugo Peñafiel, consultor del Proyecto de Buenas Prácticas Ambientales del Municipio de Quito, señala que el equipo de reciclaje (que no se utiliza para recargarlas sino para extraer ciertos componentes valiosos) vale cerca de un millón de dólares, por lo que no es viable económicamente.

Sin embargo, afirma que está realizando un proceso de asesoramiento  a la Dirección Metropolitana de Ambiente para hacer una campaña masiva de uso de pilas recargables, la cual, aspira,  sea lanzada en julio próximo. Con este plan se intenta contrarrestar el desecho de 24 millones de pilas al año que es lo que se calcula  se comercializa solo en Quito. “Hemos hablado de importar 50.000 cargadores y 200.000 pilas recargables (la mitad AA y la otra mitad AAA) y estamos viendo la posibilidad de que la Empresa Eléctrica de Quito (EEQ) nos apoye en su distribución y en el descuento a los usuarios por los kits que costarían menos de $ 20”, explica Peñafiel.

Como complemento a esta campaña  se planea instalar 400 ‘puntos limpios’ en la ciudad y a partir de septiembre,  en escuelas y colegios. Por lo pronto, las  pilas que se han recolectado  serán dispuestas esta semana por la empresa gestora de residuos peligrosos Hazwats (contratista de la Dirección Ambiental) en piscinas de hormigón de alta resistencia que impiden la filtración de sus componentes  hacia fuentes de agua. Estas piscinas están ubicadas cerca a la población de Cayambe, en la provincia de Pichincha.

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Métodos similares se han utilizado en la población de Piñas (provincia de El Oro). Sin embargo, antes de “encapsularlas en un lugar seguro, una a una de las cerca de 19.000 pilas recolectadas en Quito, deben ser descargadas”, explica Pablo Lloret, ingeniero ambiental que trabajó durante quince años en la empresa de servicios públicos Etapa de Cuenca y ahora es parte del proyecto del Fonag en Quito.

La empresa de servicios públicos de Cuenca, Etapa, fue la pionera en este tema en el país, en el año 2002, y actualmente tiene  200 puntos de recolección ubicados en zonas comerciales y establecimientos educativos de la ciudad, con lo que se garantiza que sean ‘encapsuladas’ en lugares donde no afectan las fuentes de agua.

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Un informe de Etapa cita que los componentes potencialmente peligrosos  de las pilas son: mercurio, plomo, cobre, zinc, cadmio, manganeso, níquel y litio. La exposición a estos químicos puede provocar cáncer, pérdida de la visión y  memoria, sordera o problemas en los riñones y pulmones; en mujeres embarazadas, el mercurio puede acumularse en la placenta y provocar daño en el cerebro del bebé.

Pero algunos de los comerciantes de pilas consideran que se está desinformando a la población. Álvaro Viniegra, gerente de Marketing de Eveready Ecuador C.A., empresa que produce el 85% de las pilas que se consumen en Ecuador, califica de fatal la campaña del Fonag y Acuerdo Ecuador. “Desde 1993, marcas como Energizer o Eveready no tienen contenido de mercurio, lo que se está informando es un mito”, dice.

Asevera que las que pueden tener contenidos de mercurio son las “pilas piratas” y agrega que las que ellos producen incluso pueden ser botadas en los basureros sin ningún riesgo. “Una pila alcalina no contamina el agua y la emisión de óxido es la misma que como se oxida un pedazo de hierro”, afirma.

En cambio considera un peligro que niños recolecten pilas que no están descargadas del todo, pues –dice– pueden explotar al entrar en contacto con otras por mezcla de marcas o chorreo de  líquido. Sobre el  fomento de las pilas recargables, considera  que “no es un tema ecológico sino de bolsillo”.

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Cifras

30%
Del contenido  de las pilas es materia que causa daños a la salud y ambiente.

93%
De mercurio  que hay  en la basura doméstica es causado por la descomposición química de las pilas. Además, originan el 47% del zinc, 48% del cadmio y  el 22%  de níquel en los  residuos.

Consejos

No deje las pilas en los aparatos, pues si permanecen mucho tiempo ahí, su empaque puede oxidarse y dañar los aparatos.

Explíqueles a los niños que no deben meterse las pilas a la boca, pues estas son altamente contaminantes.

No incinere las pilas, pues podría generar gases tóxicos.

Tipos de pilas

Primarias
Son de carbón-zinc y las alcalinas, las cuales –según entes internacionales– por el mercurio que contienen pueden contaminar 175.000 litros de agua, más de lo que puede consumir un hombre en toda su vida. Sin embargo, según Energizer, desde 1993 el mercurio ya no se incorpora a estas pilas, por lo que su toxicidad disminuyó.

Secundarias
Son las recargables, compuestas por níquel cadmio y plomo/H, que les dan un nivel de toxicidad alto, por lo que no deben ser arrojadas a la basura.
 
Botón
Son las primeras pilas que se construyeron del tipo micropila o botón, que se usan para calculadoras y relojes. Son las más tóxicas, pues contienen entre el 25% y el 30% de mercurio incorporado, por lo que pueden contaminar hasta 600.000 litros de agua.