El 16 de mayo de 1847, en Lima, Perú, falleció el doctor Vicente Rocafuerte Bejarano, forjador de la nacionalidad y auténtico reformador de la República.

La muerte lo sorprendió cuando realizaba labores diplomáticas a nombre de la patria.

Él brilló como jurista, orador, parlamentario, etcétera, y ejerció la Presidencia de la República de 1835-1839, consagrando todo su talento y energía para colocar al país en el camino del verdadero desarrollo.

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Impuso orden y paz, saneó la economía y mejoró notablemente la educación.

Nació el 1 de mayo de 1783; sus padres fueron Juan Antonio Rocafuerte y Josefa Rodríguez de Bejarano. Actuó en las cortes de Cádiz, España (1812), y representó a México en Inglaterra. Fue gobernador de Guayas de 1839 a 1843. 

En su funeral, en la iglesia de Santo Domingo de Lima, el ministro de Relaciones Exteriores, Paz Soldán, dijo entre otras sentidas frases: “Colocado en el sepulcro va a principiar para ti el juicio de la posteridad”.

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Agregó: “Ella, como la presente generación, solo tiene un fallo que pronunciar: que tu corazón perteneció siempre a la causa de América, que fuiste defensor de la libertad y que en la silla del poder, o en el asilo del proscrito, fuiste filósofo, patriota y un ejemplo de civismo”.

Nuestro país guarda celosamente la memoria de tan alto valor del pensamiento y la acción puestos al servicio de la comunidad. Vicente Rocafuerte es figura grande de la patria.