Un cielo seminublado acompañó ayer el ritual fúnebre de la mujer de casi 100 años de edad que defendió a costa de su integridad física el derecho de los pueblos indígenas: Rosa Elena Amaguaña, más conocida como Tránsito Amaguaña.

Mama Tránsito, como se la conoció públicamente, murió el Día de las Madres, a los 99 años y ocho meses de edad. Falleció dentro de su cálida vivienda de bloque instalada a un costado del terreno de su nuera Guillermina Cerón.

El patio de su casa, regado con paja y rodeado por centenas de pies indígenas, fue el espacio donde recibió la última misa, el último discurso, la última visita.

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El sonido del churo a las 10:40 dio inicio a la ceremonia religiosa, que se destacó por los discursos de lucha, igualdad, inclusión y exigencias sociales.

El Taita Inti (sol) y la Pacha Mama (la tierra) en el sector de La Chimba no les fallaron, y aunque a ratos parecía que se desplomaba un aguacero, los helados y fuertes vientos del páramo lo contenían.

Su muerte no pasó desapercibida ni para las autoridades de Gobierno. Desde el presidente de la República, Rafael Correa, hasta el prefecto de la provincia de Pichincha, Gustavo Baroja, estuvieron en la misa fúnebre.

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Un día antes de su entierro, que ocurrió a las 15:20 de ayer, los familiares, vecinos, conocidos, líderes indígenas, políticos y artistas presenciaron un inusual rito mortuorio: juegos, que para muchos eran bruscos, en nombre de la fallecida.

Nadie podía dormirse en el velatorio. Quien cedía al cansancio o estaba despistado podía quedarse con el cabello quemado, con una mosca en su boca (después de un beso) o con las manos y pies atados como un venado. Todo en medio de las risas de los presentes, que para no sucumbir en la noche encontraron esa manera de entretenerse.

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Para las jovencitas o mujeres sin marido, la dosis fue diferente. A ellas les tocaba soportar un simulacro de violación sexual; no implicaba despojarlas de la ropa sino manosearla mientras las apretaban a su cuerpo. Así, la velada a Mama Tránsito no se hizo tan larga.

La comida y el licor tampoco faltaron y con el amanecer llegaron también las manos que ayudaron a ubicar las sillas de los invitados del día siguiente.

Roberto Nepas, el cura de la zona, resaltó en su eucaristía que Mama Tránsito no ha muerto, mientras que  el eterno amigo de la legendaria mujer, Neftalí Ulcuango, enfatizó el enunciado al aclarar que Tránsito quiere decir adelante y Amaguaña, no morir.

Pese a esos discursos, las lágrimas no asomaron. El luto no era negro y el camino de líder indígena apenas empezaba en la otra vida.

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El sepulcro de Mama Tránsito quedó a un kilómetro y medio de su casa, en la que fue la hacienda La Chimba, lejos de su hijo (enterrado en la parroquia Olmedo) y apartada de su último deseo, descansar junto a su ‘guagua’.

Apuntes: Trayectoria
Logros
Tránsito Amaguaña fundó la Federación Ecuatoriana de Indígenas; participó de la reforma agraria; fundó las escuelas bilingües de las comunidades y recibió en el 2003 el premio nacional Eugenio Espejo.

Familia
Mama Amaguaña nació el 10 de septiembre de 1909, tuvo cuatro hijos, alrededor de 12 nietos, 20 bisnietos y 3 tataranietos.

Detenida
José Amaguaña, de 93 años, y hermano de la fallecida líder indígena, recordó minutos antes del entierro que su pariente sin ser criminal estuvo presa por defender a los indígenas.

Condecoración
Fernando Cordero, presidente de la Comisión de Legislación del ‘Congresillo’, entregó ayer la condecoración póstuma Matilde Hidalgo de Procel a la fallecida, por su labor en favor de los indígenas.