Se toca el vientre de 37 semanas, frotando sus manos contra su blusa blanca con pintas de colores. Está seria mientras espera su turno en ecografía, en la maternidad Matilde Hidalgo de Procel, en el Guasmo.

María Fernanda Macías tiene 19 años y regresó hace dos semanas a su casa, en la coop. Balerio Estacio, con una niña en brazos y una en gestación. Hace más de un año  se fue a vivir con su enamorado.

En  la maternidad espera sentada al lado de María, su madre, las dos prefieren no conversar mucho. Hablar de cómo vivirán siete personas donde antes solo habitaban cuatro, las preocupa. La casa de María es de Hogar de Cristo, está arreglada, pero saben que no es suficiente.

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“María Fernanda dejó el colegio donde estudiaba en segundo año (noveno de educación básica), es que se quedó de año dos veces por enamorada”, dice su madre. María ya no le reprocha, dice que la apoya porque es su hija y no la quiere ver padeciendo sola.

María Fernanda, en cambio, explica que todavía quiere al padre de sus hijas, pero él no ha llamado últimamente.

Todavía no se explica cómo quedó embarazada, dice que la primera vez tomó pastillas anticonceptivas y que en la segunda todavía estaba amamantando, por lo que creía que no tenía que protegerse.

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Ahora sabe que el cuidado no fue suficiente y dice que si pudiera volver en el tiempo tendría solo una nena. “Nunca abortaría pero pedía tropezarme para que sea espontáneo, es que a veces no tengo dinero ni para la leche de la grande”, dice, sumida en llanto.

“No me gusta el colegio, pero quisiera volver a estudiar”, repite María Fernanda. Su cara se llena de lágrimas y ella se llena de vergüenza, se cubre con una hoja procurando que su madre no la vea, lo que no sabe es que María también llora.

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“Ella no va a trabajar por lo menos en un año hasta que las niñas sean más grandes, porque si no quién se las cuida”, explica más tranquila María. Ella y su esposo saben que tendrán que duplicar las jornadas para comprar leche y pañales.

“Una madre nunca espera que sus hijas sean madres así y a uno no le queda más que ser el apoyo”, dice mientras se seca las lágrimas y le dice a María Fernanda que vaya a reclamar sus medicinas.

María Fernanda Macías
Madre soltera
“Tengo que aprender a trabajar para mantener a mis hijas, pese a la ayuda, yo soy responsable”.