Las inscripciones de candidaturas en el Consejo Nacional Electoral culminaron con ocho binomios presidenciales y cientos de aspirantes  a las demás dignidades de elección popular.

Resulta urgente realizar reflexiones en el sentido de describir el país en el que deseamos vivir. Por un lado, vemos a una oposición desarticulada que pretende vencer al mandatario  Correa con siete candidatos a la Presidencia, en un escenario electoral donde el Gobierno cuenta con más del 60% de popularidad. Varios partidos tradicionales ni siquiera se molestaron en presentar candidatos, sin embargo, algunos de sus representantes tratando de deslindarse de las organizaciones,  donde cimentaron sus carreras, pretendieron aparecer como nuevas alternativas de cambio.

El circo politiquero continúa  inmerso en su desesperación por el poder.  ¡Como si no hubieran sido ciertos partidos quienes nos inspiraron a protestar para “que se vayan todos”!  Dejemos atrás la repetitiva retórica pesimista de aquellos a quienes la palabra cambio les queda grande, porque siempre han representado únicamente sus intereses personalísimos.

Publicidad

Las próximas elecciones, más allá de un concurso de popularidad y poder, deben traducir las aspiraciones de los ecuatorianos que, después de haber aprobado las reformas políticas, deseamos  una sociedad radicalmente democrática y profundamente justa.

Miguel Molina Díaz,
Quito