La celebración reciente del Día Mundial de las Misiones es ocasión para ahondar en el significado de las “misiones”. Algunos misioneros y muchos misionados estaban y aún están guiados por la idea que el misionero enseña, sin aprender nada del misionado; y que el misionado solo aprende, sin enriquecer la mente y el corazón del misionero.

Los grandes misioneros descubrieron los elementos de las culturas de los pueblos aborígenes, que han llegado hasta nosotros. Ellos, respetándolas y clarificándolas, adelantaron la imagen de misionero, trazada en el Concilio Vaticano II.

El misionero, a diferencia del conquistador, no se arroga el derecho de imponer su imagen, menos aún sus intereses; descubre en esas culturas “huellas” del Creador y las clarifica, con la luz del Evangelio. Gracias a esos numerosos misioneros conocemos elementos de las culturas aborígenes; elementos que permiten imaginar un desarrollo paralelo al de otros pueblos, si no hubieran perdido su libertad.

Según el Concilio Vaticano II, un éxito del misionero consiste en que el misionado llega a pensar y a querer como Cristo; a ser libre, responsable, creativo desde la realidad de su respectivo pueblo. Debemos continuar permanentemente la tarea de esos grandes misioneros.

El papa Francisco en sus reflexiones ofrecidas al Consejo Episcopal Latinoamericano ilumina la tarea misionera; ayudando a asumir las nuevas formas de misionero, señala también algunas formas pseudomisioneras, que nos asemejarían a nuevos conquistadores:

1) Ideologización. El mensaje evangélico no es meramente teórico; es Cristo encarnado en la realidad; es un permanente salir con Él, para conocer la voluntad del Padre, que siempre nos espera. Dios se acerca, se hizo hombre, para encontrarse con nosotros. 2) Funcionalismo eclesial. El servicio de la comunidad cristiana no se encierra en trámites. “Mientras caminamos con Jesús nos encontramos; encontrándonos con nosotros en Él, nos acercamos, nos habla; cuando nos habla, nos toca con su poder, nos cura y salva”. 3) Clericalismo. Muchos reducen la Iglesia al Clero.

“La esperanza en América Latina pasa por el corazón, la mente y los brazos de los seglares. Es imperativo superar el clericalismo, que infantiliza a los fieles y empobrece la identidad de los ministros ordenados”.

En ese arco iris, imagen Iglesia, Ecuador, tiene un color, un rostro femenino. “De los labios de nuestra madre hemos aprendido la fe; casi con la leche de sus senos hemos adquirido los rasgos de nuestra alma mestiza y la inmunidad frente a cualquier desesperación. Sin las mujeres la Iglesia perdería la fuerza de renacer continuamente. Francisco ruega: Por favor, las mujeres no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo…”. Es sincera fidelidad a Cristo escuchar al papa.

Más de un millón de ecuatorianos que desfilaron expresan un despertar cívico religioso. Mientras dormían, se estaban regando pesticidas.. “Hacía falta pasión”, diría el papa Francisco. Algunos se sienten ofendidos por el desfile. Poniendo el corazón en la defensa de la vida, los manifestantes expresan la imagen primigenia de la humanidad, como la expresó últimamente en sentencia unánime el Tribunal de Derechos Humanos más importante del mundo en Estrasburgo: “No existe el derecho al matrimonio homosexual”. Sin comentario. (O)