El síndrome metabólico, llamado también de Reaven, es un conjunto de alteraciones clínicas, fisiológicas, bioquímicas y metabólicas de alta morbimortalidad que induce a padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus tipo 2 y fallecer por ello. Esto se debe a varios factores, como presión sanguínea elevada, azúcar alta en la sangre, triglicéridos elevados, bajos niveles de colesterol bueno, sobrepeso, obesidad, hipercoagulabilidad y estrés crónico, entre otros. Una de las complicaciones del síndrome metabólico son los infartos cardiovasculares y cerebrales.

Según la Organización Mundial de la Salud, en los países sub y desarrollados el 25% de la población mayor de 35 años padece de síndrome metabólico, con complicaciones como infartos cerebrales provocados por presión arterial elevada, endurecimiento de las arterias, anemia grave, drogadicción, alto colesterol, diabetes, tabaquismo, trastornos en la coagulación y trastornos en la producción de glóbulos blancos o rojos. Esta complicación de alto riesgo se debe en algunas ocasiones a la ateroesclerosis, que afecta a las arterias del interior del cráneo o de las arterias cervicales, las arterias carótidas o las arterias vertebrales.

Otra causa de infarto cerebral se debe a la formación de émbolos en el corazón, que al salir al torrente sanguíneo obstruyen alguna arteria y van a localizarse en alguna parte del cerebro. Por este tipo de enfermedad, cuando no causa la muerte, la persona puede sufrir invalidez, debilidad, parálisis, problemas de equilibrio, problemas de lenguaje, adormecimiento, alteración de la memoria, complicación para comer, incontinencia urinaria, depresión, irritabilidad u otros síntomas neurovegetativos. El 80% de estos infartos se deben a la presencia de un coágulo sanguíneo y el 12% es cuando un vaso se rompe bruscamente.

Hay factores de advertencia que una persona debe de tomar en cuenta, como pérdida de la fuerza en alguna extremidad, sea brazos o piernas, dificultad para expresarse o pérdida del equilibrio y un dolor brusco e intenso de cabeza acompañado en algunas ocasiones de visión borrosa u opaca. En los infartos cardiovasculares, la persona puede presentar un día u horas antes, sensación de llenura, dolor en hipogástrico, en brazo izquierdo que se irradia al tórax y mandíbula. El pronóstico vital de un paciente con infarto depende de la extensión del mismo, es decir, la cantidad de músculo cardíaco perdido como consecuencia de la falta de irrigación sanguínea y la rapidez de la atención recibida. Según la OMS, más de 18 millones en el mundo han muerto por infartos cardiacos o cerebrales, afectando por igual a ambos sexos. Hoy en día vemos en el Ecuador que estas enfermedades metabólicas y sus complicaciones han cobrado vidas en personas menores de 50 años, muchos de ellos a consecuencia de excesivo estrés a nivel laboral o familiar, los malos hábitos conductuales y alimenticios. La mayoría de ellos provienen de estrato social medio, por angustia por la situación económica, la delincuencia, preocupación por los altos índices de inseguridad en sus hogares, endeudamiento, pérdida de sus trabajos, maltrato laboral, etc.

Se recomienda tener siempre en casa un tensiómetro portátil para medirse la presión arterial, dieta sana y equilibrada, ejercicios y control de parámetros de laboratorio. El Gobierno y los medios de comunicación deben de hacer pautajes publicitarios para concienciar a la población del riesgo al que están expuestos por este tipo de enfermedades isquémicas letales. (O)