El expresidente Rafael Correa, el reciente 6 de octubre de 2017, en entrevista con la televisora Russia Today, ante la pregunta “¿por qué persiguen a Glas en Ecuador?” respondió: “porque es el escollo dentro del plan que tienen”.

Él se interroga: “si le pasa algo a Lenín Moreno, que tiene una salud muy frágil, ¿quién será el presidente de la República?”.

Y desnuda la motivación y el supuesto plan de los del entorno de Lenín: “si Glas sigue de vicepresidente, se les acabaría la fiesta”, para eso “su objetivo estratégico es apoderarse de la Vicepresidencia, por eso no han reparado en tratar de destruir la honra de Jorge Glas, un hombre honesto”.

¿Quiénes quieren continuar su fiesta?, sería la pregunta que deberíamos formularnos: ¿los del entorno de ayer de Correa y Glas? o ¿los del entorno actual de Moreno?

Otras preguntas serían: ¿Por qué Correa promovió la candidatura de Moreno, si pensaba que su salud era muy frágil y podía morir sin concluir su período? ¿Por aquello de suponer la salud “muy frágil” de Moreno es que Correa impuso la candidatura de Glas para vicepresidente, a fin de llegar a tener presidente propio, posmuerte de Moreno?

La explicación de que la vicepresidencia de Glas –y ser posible sucesor de Moreno– es esencial para mantener la Revolución Ciudadana, la glosó Moreno en Montecristi, el 30 de septiembre de 2017, cuando expresó: “…ahora se ha dado de llamar revolución a cualquier pendejada”; y, en cuanto a que su presidencia se la debe a Correa, hizo el símil del Gobierno con una orquesta: “Creen que solo está un pendejo al que le han encargado la batuta”.

Que Moreno no se muera, que cuide su salud y evite accidentes, que hasta podrían ser provocados.

¿Solo un lapsus brutus?

Puede ser. No creo que Correa haya trazado un plan de muerte contra Moreno.

La década del gobernante anterior fue de incontinencias verbales, práctica que parece la mantiene.

Con la misma soltura que el jueves 16 de febrero de 2017 –tres días antes de la primera vuelta presidencial– anunció como cierta la asociación de Red Tech –una compañía de papel de alguien de su entorno– con Hewlett Packard y Tesla, empresas que reclamaron la utilización de sus nombres, para la supuesta más importante megaplanta industrial de toda la historia del Ecuador, de producción de vehículos en Yachay, lo cual nunca mereció credibilidad alguna, porque más que una fantasía era de falsedad absoluta; ha alabado –ofreciendo poner las manos al fuego y aun entregar su alma– a indiciados luego procesados penalmente y, en cambio, ha insultado, amenazado y hecho procesar penalmente a opositores y a periodistas e investigadores por denunciar y evidenciar los actos de corrupción que ahora están en investigación y procesamiento de entidades de control y de la Fiscalía.

Lo grave fue que desde los diversos espacios de gobierno, entidades de control, fiscalía y juzgados se multiplicaron “las coincidencias” con lo expresado en las incontinencias verbales del gobernante, se hizo lo que él imponía que se haga.

En lo internacional, recordemos que dijo que para América Latina quizás era conveniente que Trump le gane a la señora Clinton, porque eso agudizaría las contradicciones, en beneficio de la izquierda latinoamericana. Julián Assange desde la Embajada de Ecuador en Londres fue ariete fundamental en desprestigiar a la señora Clinton. En los meses que vivimos del 2017, son miles y miles los latinoamericanos expulsados, perdiendo todos sus bienes en Estados Unidos, como consecuencia del triunfo de Trump.

Lectura que recomiendo

Lean todas las columnas que puedan en la prensa libre, pero les recomiendo la de Mónica Varea, en EL UNIVERSO del martes 10 de octubre de 2017.

Mónica señala que al inicio de la década de Correa creyó en el gobernante, pero con los años llegó a “la horrenda sensación de haber sido timada” (…) “me robaron todo, hasta la esperanza”.

Mónica relata que cuando Correa incumplió su palabra de respetar el compromiso del Yasuní, para su no depredación, el 2013, escribió el artículo que tituló “Los amores difíciles”. Entonces, recibió una llamada “¿Está en su librería Rayuela?, me preguntaron; sí, respondí. Tenemos un encargo del presidente, espérenos, me ordenaron” (…) “un chico nerviosito me entregó un regalo, collar y aretes junto con una tarjeta en la que Correa justificaba la explotación petrolera en el parque nacional. De inmediato le escribí una carta diciéndole que en mi familia no se reciben esos regalos, estaba dispuesta a devolvérselo pero me aconsejaron que no lo hiciera, no lo hice por miedo, por puro miedo” (…) “Ese instante supe que Correa tenía más poder del que creíamos, que estaba al tanto de todo, que controlaba todo y conocía hasta dónde ubicar a una librera independiente y escritora marginal como yo”.

¿Qué hacer, Lenín?

Usted debe intentar liderar la recuperación de la esperanza, a la que se refiere Mónica.

Por un lado, la corrupción y la impunidad que marcaron la década del anterior gobernante deben sancionarse. Sin sanción no hay justicia.

Las investigaciones y las auditorías deben ser sin condiciones ni limitaciones, nada debe impedir la transparencia. Ni “casos cerrados”, ni leguleyadas, en base de leyes y otras normativas dictadas o modificadas para la impunidad.

Por otro, se requieren acciones positivas.

La consulta propuesta va en la dirección correcta, aun cuando hayan quedado fuera preguntas que pudieron ser esenciales.

Las líneas del programa económico deben concretarse con las normativas que, a pedido del presidente, debe expedir la Asamblea Nacional. Mientras no se conozcan textos posibles, no solo en cuanto a montos y porcentajes de carga tributaria y sus impactos en la economía, sino también en lo cualitativo, responsabilidades solidarias a ultranza aun de accionistas minoritarios, por ejemplo, es difícil opinar. (O)

Moreno en Montecristi, el 30 de septiembre de 2017, expresó: “…ahora se ha dado de llamar revolución a cualquier pendejada”; y, en cuanto a que su presidencia se la debe a Correa, hizo el símil del Gobierno con una orquesta: “Creen que solo está un pendejo al que le han encargado la batuta”.