Estoy viendo una foto de Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama sonriendo, abrazados, relajados, durante un partido de golf. Cada uno de ellos, durante ocho años, fue el hombre con más poder en este planeta como presidente de los Estados Unidos. Y cada uno de ellos, una vez terminado su periodo presidencial, abandonó la política y se fue a su casa.

Siguieron esa sana tradición de dejar la presidencia y el poder. De entender que su momento pasó y que deben dejar al siguiente presidente gobernar. Que no son imprescindibles. Que la historia no empieza ni termina con su presidencia. Que son uno más, en una sucesión de personas a cargo de dirigir su país.

¿Por qué acá es tan difícil dejar el poder? ¿Por qué estamos llenos de políticos que se creen indispensables? ¿Es tan difícil simplemente entender que su etapa pasó, irse a su casa y no molestar?

Por eso es tan importante la consulta de Lenín Moreno. Por eso es crucial acabar con la figura de la reelección indefinida que Correa, con su infinita vanidad y sed de poder, impuso al país. Hay que frenar esta obsesión de nuestros políticos por acumular poder. Hay que forzarlos a irse. Ponerles la escoba tras la puerta de Carondelet.

Toda una tribu de groupies, fans y parásitos del correísmo piden a gritos a su loco del ático. Necesitan sentirse importantes nuevamente, mandar y hacer lo que les da la gana sin rendir cuentas, ser los bacanes del barrio otra vez. Su dinero, sus viajes, sus asesores, su estatus dependen de Correa en el poder. Saben que con Lenín todo acabará en cuatro años. No ven beneficio en alinearse con un político de paso. Ellos están aquí para quedarse de largo. Quieren su Fidel andino que los eternice en el poder. Por eso vemos a las sumisas más desesperadas que nunca, diciendo cualquier tontería para justificar la reelección indefinida. Por eso mueven las piezas con cuidado en su tablero político, donde el fin es el poder por el poder.

Ojalá Lenín no caiga en el juego de los asambleístas de Alianza PAIS que buscan meter en la consulta preguntas diseñadas para dividir apoyos. Que incluya las preguntas correctas, las esenciales, que garanticen un masivo sí a favor de la institucionalidad.

Tarde o temprano, una vez que pierden el poder, todos los corruptos, abusadores y sinvergüenzas caen. Pero mientras el sistema no garantice una alternancia, muchos corruptos conservan su poder y se fortalecen. Ahí está el caso de Fidel Castro, que nunca perdió el poder y murió sin enfrentar la justicia por sus múltiples abusos. Los casos de corrupción que hoy se destapan seguirían bien ocultos con Correa en Carondelet. Y mientras conserve su poder en varias instituciones, y siga latente la amenaza de su regreso, quedarán sin ver la luz muchos otros casos de corrupción.

¿Tendremos algún día una foto como la de esos expresidentes gringos, orgullosos jubilados del poder? ¿O tendremos que aguantar al actual y futuros locos del ático, reacios a abandonar la política, dedicados a complicar la vida de su sucesor para recuperar el poder? La consulta tiene mucho que decir al respecto. Veremos.(O)