Desde hace cincuenta años viene realizándose en Machala, provincia de El Oro, el apasionante y original concurso denominado Rey Banano con la participación de entusiastas productores de la zona que se esmeran por exhibir escogidos racimos, destacados por su extraordinario peso, por el número y conformación de sus manos, grosor de los dedos, limpieza y tersura de su verde corteza, libre de magulladuras por estropeo o huellas de plagas que rasguen su suave cáscara, por la uniforme inserción de los gajos, en fin, por la correcta presentación del conjunto floral convertido en artístico racimo, resultante de cuidados extremos en los mejores lotes de las fincas, al práctico estilo de la agricultura de precisión, cortado con tal minuciosidad que pueda llegar a la fecha y hora del torneo, ajustado a las rigurosas condiciones exigidas.

Un comité técnico conformado por especialistas agrónomos, apegado a un estricto reglamento previamente conocido, es el encargado de calificar las bondades de los ejemplares, siendo aceptados para competir únicamente los poseedores de un peso de cuando menos 100 libras, entre 42 y 48 grados o grosor representativo de los dedos y poseer como mínimo doce manos. En el presente año, como en diez oportunidades anteriores, el ganador fue el señor Boanerges Pereira Espinoza, legendario e innovador bananero orense, que intervino exponiendo un racimo de 211 libras y 18 manos, verdadero récord difícil de superar, siendo lo más probable que solo él pueda hacerlo en el futuro, constituyendo un ejemplo en el manejo eficiente de una plantación, favorecido por suelos de primera categoría, aplicando controles fitosanitarios efectivos, oportunos y practicando con éxito todas las labores que demanda el cultivo tecnificado de banano.

Los logros obtenidos por el justo ganador Boanerges Pereira simbolizan el aporte ecuatoriano a la alimentación mundial, entregando una fruta que luego de su maduración es admirada como maravilla de la naturaleza, fácil de degustar por niños y ancianos, con probadas virtudes nutritivas y funcionales, disponible durante todo el año, razón de su gran popularidad empañada por el bajo precio que reciben los países productores que la cultivan con tanto esfuerzo, pues no es fácil alcanzar aumentos en el peso del racimo de 150 libras en 1970, a 211 libras en el 2017, solo producto de labores prolijamente realizadas, eficaces inversiones en riego y drenaje, observando además estrictas medidas ambientales y respeto a justas regulaciones sociales.

Es propicia la ocasión para exhortar al Estado ecuatoriano a ubicar la actividad bananera en el sitial que se merece, haciendo de la sostenibilidad del cultivo una preocupación pública nacional, eliminando todo lastre normativo que frena su crecimiento, mientras las disposiciones legales sobre el pago del valor oficial de la fruta son una farsa, en tanto persiste la gran amenaza de exterminio por el incontrolable mal de Panamá, raza tropical 4. Corresponde, por tanto, al Ecuador liderar una firme posición conjunta latinoamericana hacia una investigación bananera que culmine con la obtención de una línea resistente al flagelo, a la par que promueva acciones políticas concertadas, perfectamente viables, que conduzcan hacia la reducción de la inicua diferencia entre el precio al productor y el que paga el consumidor extranjero. (O)