Camuflados bajo el lema del progresismo, los más irrealistas izquierdistas y socialistas del siglo XXI se reunirán el 30 de septiembre en los salones de la Asamblea Nacional en una reunión llamada Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP). Este es uno de los modos con que los correístas de Alianza PAIS intentan subsistir como alternativa electoral no para servir al país, como suelen repetir, sino para servirse del Estado. La agenda anunciada reconfirma que los correístas actúan enceguecidos ante la realidad y que las motivaciones ideológicas setenteras les sirven solo para gozar entre ellos, sin percatarse de que el izquierdismo correísta es un producto caducado.

Utilizando una redacción banal, señal de que aún no asimilan el montaje de engaños económicos, políticos, sociales y culturales del mandato de Rafael Correa, la convocatoria dice: “Ha llegado la hora de profundizar la autocrítica, no únicamente de identificar y denunciar la estrategia de la restauración conservadora, sino de analizar soluciones conjuntas, de retomar la iniciativa política y marcar la agenda”. ¿Autocríticos quienes, en un aniversario del luctuoso 30S, son incapaces de señalar la corresponsabilidad de su líder en absolutamente todos y cada uno de los sucesos de aquel día de 2010? ¿Marcar la agenda con un engendro de totalitarismo?

¿Autocríticos Virgilio Hernández y María Augusta Calle que, por donde van, exhiben su incapacidad de ver la parte desastrosa de la dizque ‘década ganada’? “¿Estamos disputando el sentido de las cosas con las fuerzas políticas de derecha y sus grandes medios? ¿Cómo podemos contrarrestar la influencia de los poderes fácticos, detenerlos en su afán de dominación?”, pregunta el texto convocante. Si algún demócrata latinoamericano en esa reunión no cuestiona la estructura del Estado correísta que se fue gestando como un fortísimo represor de los movimientos populares, como nunca antes se dio en el Ecuador, entonces lo de la autocrítica será puro lirismo.

Para estos progresistas, Hugo Chávez es el referente del comienzo del nuevo despertar latinoamericano. Hay que ser fanático para desentenderse del padecimiento del pueblo venezolano que actualmente sufre las consecuencias del militarismo chavista, del poder absoluto chavista, de la corrupción chavista y de la mentalidad ignorantona de los dirigentes del chavismo-madurismo. Lamentablemente, debido al deterioro de la educación básica y al quemeimportismo ante lo cultural durante el correísmo, estos progresistas irreales harán todo a su alcance para llegar al poder nuevamente, pues, para ellos, la política les sirve para lucrar de los negocios estatales.

Quienes concibieron este encuentro son tan perversos que en él disertará Axel Kicillof, ministro de Economía de Cristina Fernández en la Argentina kirchnerista de la ‘década ganada’ con ladrones notables (ella y su marido Néstor, para empezar); son tan simplones que siguen hablando de golpe de Estado contra Dilma Rousseff; son tan ilusos que creen en “el reciente triunfo de la Revolución Ciudadana en Ecuador en las elecciones de 2017” sin reconocer los gravísimos conflictos por los que pasan hoy, precisamente por el autoritarismo de Correa que fue abono para la corrupción gracias a la apropiación total del Estado. ¿Es esta la “nueva hegemonía” que buscan esos progresistas? (O)