Tal como ha ocurrido en otros lugares y en otras épocas, a lo largo de la historia, el proceso de retorno a la democracia que lidera el presidente Lenín Moreno demanda renuncias mínimas de parte de todos los ecuatorianos que, de forma mayoritaria, queremos vivir en paz, con libertades vigentes y plenas.

Digo esto porque he escuchado en diferentes foros duras críticas a la supuesta “lentitud” del proceso, y en otros casos, demandas ajenas a las funciones del presidente de la República.

Me refiero a quienes exigen al presidente decisiones que competen a la Función Judicial, a la Fiscalía o a las superintendencias. Conductas poco coherentes viniendo de quienes han sufrido (en muchos casos) del totalitarismo del Gobierno anterior, en el que se dictaban sentencias y resoluciones anticipadas desde los circos sabatinos.

Olvidan que hemos llegado a donde hemos llegado precisamente por los abusos de un gobierno que se sintió y actuó como dueño de todos los poderes del Estado, sin control, sin fiscalización, sin temor alguno, con impunidad absoluta.

En este momento que vive el país es fundamental que quienes tienen la responsabilidad de devolvernos la democracia, y todos quienes de una u otra manera podemos contribuir a ello, pensemos con la cabeza fría y no con el hígado.

Para ello debemos dejar de lado los odios personales, incluso contra quienes nos han agredido injustamente desde el poder, y anteponer los intereses de la patria, aunque ello demande ciertos sacrificios.

Debemos recordar que Lenín Moreno llegó al poder por Alianza PAIS y actualmente es su máxima autoridad. Que una buena parte de su equipo formó parte del correato y que gran parte de los votos que necesitará para las decisiones trascendentales en la Asamblea Nacional serán de Alianza PAIS.

Entender también que hay muchos funcionarios y autoridades de elección popular que formaron parte del correato, pero que hoy están embarcados en el proyecto de cambio que tanto demandamos.

Que para descorreizar a la justicia y a los principales organismos de control, para desmontar la Ley Mordaza, para devolver a los ciudadanos el derecho a postularse a un cargo público en igualdad de condiciones sin tener que competir contra un aparato estatal en campaña, habrá situaciones necesarias que tendremos que aceptar.

Hemos vivido diez años de estigmatizaciones, de intolerancia, de polarizaciones. Vivimos una reciente campaña electoral en la que, desde los extremos, no se respetó a nadie. Candidatos, familiares, socios, amigos; todos fueron agredidos directamente o con mano ajena.

Esto tiene que parar ya.

¿Que para volver a tener democracia tendremos que tolerar a algunos vivarachos, corruptos, que fueron parte del atropello correísta y que hoy se han embarcado en el desmontaje del totalitarismo?

Si son necesarios, tendremos que hacerlo. Ya les llegará el momento de ajustar cuentas con una justicia independiente, con poderes separados, y sobre todo, cuando tengan que ponerle la cara al elector y ganarse uno a uno los votos, que jamás tuvieron, y que les fueron endosados por un aparataje perverso, a cambio de retirarles honor, vergüenza y dignidad, si es que algún día los tuvieron.

Democracia es el gran objetivo y cualquier costo lo vale. (O)