Detenerse, no saber qué hacer, qué decir ni a dónde ir es de gente temerosa, insegura; nunca se ha preparado para resolver problemas, asumir responsabilidades. Es audaz, irresponsable, no hace esfuerzo por desarrollar su pensamiento, tampoco encuentra motivos para razonar o producir ideas. El éxito le llega por palanqueo o medios ilegítimos.

La diferencia entre un triunfador y un mediocre está en lo que cada uno piensa de sí mismo. No todas las decisiones que tomamos son las más adecuadas o acertadas, si algo fracasa es que algo falló y habrá que intentarlo nuevamente y no darse por derrotado. Si se detiene, abandona la lucha, es porque la apatía obnubiló su pensamiento, es mediocre y tiene miedo al fracaso.

Hay gente que nunca arriesga nada ni por su bienestar ni el de su familia; piensa que solo no vale nada, se acostumbró a que le den pensando y resolviendo sus problemas; no entiende lo que es el honor, la dignidad y la libertad, pues lleva consigo el miedo al fracaso; es conformista, solo espera ayuda, dádivas, regalos. Le gusta el esfuerzo ajeno, el relajo y la mentira.

El temor al fracaso lo inmoviliza, lo conduce a la inacción; es presa my fácil de los charlatanes y mentirosos, y es proclive a la corrupción porque su autoestima está por los suelos.

Ciertas personas que nunca han hecho nada en la vida para superar sus deficiencias, son irresponsables y sin personalidad.(O)

Rodrigo Contero Peñafiel, doctor en Psicología, Quito