Es un hecho que se origina en nuestra sociedad en las últimas décadas: la salida de la casa o del país de ambos progenitores por actividades laborales, dejando encargados a los vástagos con terceras personas, crea un sentido de libertad o independencia mal encaminado en los hijos.

Los ritmos musicales que hoy son parte de la vida de estos jóvenes, las libertades que tienen, aceleran también el prematuro contacto sexual entre ellos. En la crianza falta control y supervisión de los padres y falta delegación de buenas costumbres a los hijos. Las leyes y la sociedad “protegen” de manera inapropiada a los jóvenes. El cambio de roles entre padres e hijos concede a estos derechos que no son capaces de manejar con discernimiento.(O)

Daniel Miranda Salazar,
Guayaquil