En una rueda de prensa el vicepresidente sorprendió a todos con su súplica, de ponerse en sus zapatos; comprender lo que están viviendo él y su familia por escándalos y acusaciones de corrupción en su contra. Se queja de linchamiento mediático, persecución y calumnias que pretenden involucrarlo en delitos que no cometió; acongojado declara que se ejerce presión mediática sobre la Fiscalía; cierra “autorizando” a sus compañeros asambleístas a viabilizar la autorización a la CNJ para seguir el caso en las cortes nacionales.

Debe indudablemente prevalecer el Estado de derecho, respetarse los debidos procesos para garantizar que el poder o intereses determinados no balancearán la justicia hacia decisiones arbitrarias. La sociedad debe luchar por ello, aunque en ocasiones se confronte a búsquedas infructuosas de pruebas consideradas válidas a pesar de evidentes delitos. Caso emblemático el de Al Capone, temido gánster norteamericano responsable de innumerables delitos que incluían asesinato, jamás pudo ser procesado por ellos pues escondía muy bien sus actividades ilegales a través de una red de poder y corrupción. Terminó en prisión por evasión de impuestos.

Debemos estar atentos a que se actúe con legalidad sin vulnerar los derechos del Sr. Glas, pero tampoco los de los ecuatorianos por procesos amañados que dejen sabor a burla.

El llamado a ponerse en sus zapatos es válido. Es doloroso ver sufrir a los seres queridos; sufrir la injusticia, la impotencia ante el poder. Podrá ahora, tal vez, el Sr. Glas ponerse en los zapatos de muchos que han sufrido persecución, que sus familias y domicilios fueron vulnerados y vejados, arrebatándoles sus pocos recursos. Fernando Villavicencio es uno de esos casos, probablemente entre los más simbólicos, pero lastimosamente no el único.

Podrá acaso ponerse en los zapatos de hombres y mujeres, sin trabajos estables, que luchan diariamente por llevar unos pocos dólares a casa. Agricultores endeudados con créditos que no podrán pagar porque perdieron sus cosechas al no contar con eficiente apoyo técnico. Aquellos a quienes la miseria y la droga les arrebatan a sus hijos. A las centenas de vendedores ambulantes que día a día suben a buses ganándose pocos centavos para comida o medicina. En los zapatos de miles que viajan en buses a través del país y que seguramente nunca podrán hacerlo en avión privado. En los de millones que confiaron en que habría un cambio y solo constatan que se ha desvalijado al país.

El Sr. Glas debe ser juzgado de manera justa y debemos todos seguir vigilantes el proceso. Sin embargo, hay un proceso que el mandante ya juzgó. Constató que a quien entregó la responsabilidad de manejar recursos estratégicos, cambiar la matriz productiva, la inversión en el sector eléctrico, renegociación de los contratos hidrocarburíferos para incrementar la renta petrolera nacional, no fue capaz de precautelar los intereses del país. ¿Dónde estaba que no se percató de que pululaban a su alrededor saqueadores traficando influencias, corrompiendo, negociando miles de millones de dólares?

Sr. Glas: ¿qué le exigiría usted a un gerente de su empresa si constata que no fue capaz de evitar el robo y el saqueo que lo lleve a la quiebra?

Póngase en nuestros zapatos. (O)