Verónica Coello Moreira

La política ecuatoriana tiene tanto movimiento últimamente que es imposible aburrirse o desconectarse, las sorpresas son diarias. Parecería que presenciamos una obra de teatro en la que los personajes van cambiando rol y función a medida que se relacionan entre sí. Al principio de la obra Moreno era más bien callado, no hablaba de planes de gobierno y el pueblo temía que su segundo a bordo sería quien dirija el país con hilos enviados desde Bélgica, pero una vez que la banda tricolor se afianzó en su pecho, ha ido dejando claro que quien manda es él, iniciando diálogos con sectores de la oposición, retomando relación con la prensa independiente y abriendo la puerta a la justicia para que haga su trabajo.

Por consiguiente, el ambiente se llena de pajaritos azules con mensajes indignados del ex con síntomas de abstinencia que no acepta los cambios. En tanto, el escándalo de corrupción de Odebrecht puso emoción en el ambiente desde que los delatores extranjeros, aparentemente con un sistema más eficiente de traducción, empezaron a filtrar audios con nombres que brincaron al escenario para sorpresa de algunos y aplausos del público. El tío, sobrino y algunos personajes extras se miraron confundidos negándose, como Pedro a Cristo. Nadie sabe nada, nadie entiende nada y el público pide más.

Como si no estuviera lo suficientemente interesante la puesta en escena, llega Capaya con música propia y reflectores que siguen cada uno de sus pasos. Mientras tanto, fiscales corren en círculos o cantinflean tratando de explicar lo inexplicable y el tuitero de enlaces on line da manotazos de ahogado tratando de proteger a su heredero político. El coro no tiene claro qué melodía repetir para calmar al público, ya que hasta el corifeo está confundido en el tono verde flex que se debe utilizar en estos momentos de inconvenientes y tensión.

En consecuencia, como no hay mucho pan, debe aumentar el circo, y es el breve momento para un sainete donde aparecen payasos disfrazados de analistas políticos de Twitter, generando opiniones con proyecciones balurdes, y es que estos politólogos de teclado se las valen para confundir a los incautos que prestan oídos, pero en este teatro de lo absurdo, donde todo es posible, no queda claro si es tragedia, comedia, obra policial o una mezcla de las anteriores, pero celebro la entrada de la Comisión Anticorrupción en Guayas con personajes provenientes desde diferentes frentes, con probidad comprobada para ponerle voz al ciudadano llano cansado de que la impunidad sea parte de nuestra comida diaria y darle un poco de seriedad a esta obra sin nombre, pero con mucho público y participantes.

Finalmente, espero que en este absurdo teatro lleno de pretextos generados por una política insensata que tiene autoridades sin funciones, que no funcionan como autoridades, la justicia encuentre el camino para proseguir con el nuevo estilo de diálogo y lucha contra la corrupción que nos cubrió por una década. Ojalá los juicios solicitados por la oposición en la Asamblea sean escuchados, para que el pueblo tenga la tranquilidad de que justicia y democracia marchan sobre ruedas.

(O)