Realmente es de llorar la situación de la ciudad de Jipijapa, desde que se rompió la presa de Tierra amarilla en 1957 han transcurrido 60 años, y varios gobiernos. Mayoritariamente ciertos políticos vaciaron las arcas donde había dinero y no hicieron nada, solo enriquecerse, nadie responde por aquello. Lamentablemente entre el terremoto y la supuesta mala instalación de la tubería, esta se desacopló, fracturó y no ha sido reparada.

El pueblo ha vuelto a comprar el agua a los tanqueros que la cogen contaminada de donde la encuentran, y a los burreros, en barriles, para bañarse con matianchos.

A última hora y como parte de la campaña electoral, en el sector –donde nunca llegó el expresidente–, se contrató una obra para la construcción de un camino, y no se sabe el fin.

La historia de desastres en esa ciudad no acaba, no se hace nada por iniciar un estudio y la construcción de un sistema de alcantarillado total, y hacer después la reconstrucción de todas las calles, están como bombardeadas por la cantidad de “cráteres”, baches; esa es una ciudad de tránsito al turismo hacia la famosa Ruta del Spondylus.

El presidente elegido, si realmente quiere que se le comience a creer, tiene que disponer la verificación de este desastre y proceder a la ejecución de las obras requeridas por este pueblo de la provincia de Manabí.(O)

Vicente Luzardo Párraga, ingeniero agrónomo, Guayaquil