Es conocido por todos los gravísimos problemas de índole económico, moral y administrativo por los cuales estamos pasando.

El gobernante anterior (2007-2017) creó una Constitución con la cual dio rienda suelta a sus voraces deseos y apetitos políticos. La tónica fue dejar hacer y dejar pasar. Mentes lúcidas, corazones ardientes, manos limpias y uñas muy largas, esquilmaban y saqueaban los dineros del pueblo. El nuevo presidente del Ecuador, Lenín Moreno, va en camino de cumplir 100 días de gobierno y quiero hacer un análisis paralelo sobre la actuación del expresidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, ya fallecido, y la del presidente ecuatoriano Moreno.

Roosevelt administró su país desde la oficina oval sentado en silla de ruedas; Moreno administra nuestro país desde su oficina en Carondelet y también en silla de ruedas. Roosevelt enfrentó la gran depresión de los años 30 del siglo pasado que provocó quiebras bancarias y desempleos; Moreno enfrenta la década perdida del gobierno anterior y hereda una corrupción galopante, una economía quebrada, un informe que esconde la basura inmoral de la crisis económica, y todos conocemos que el índice de desempleo es altísimo. Roosevelt fomentó el empleo y las realizaciones de obras públicas; Moreno promete en campaña ejecutar en su gobierno sus proyectos Toda una vida y Casa para todos, que ojalá provean trabajos a un pueblo desempleado. Roosevelt y el pueblo sintieron la brutal embestida del bombardeo del ejército japonés en 1941, a Pearl Harbor, dado que Japón, Alemania e Italia formaban el triángulo del mal, pero el león estadounidense abrió sus capitales para una economía de guerra; el presidente Moreno es bombardeado por un miembro del Ejecutivo que dijo que Moreno crea las bases para un estado de corrupción, y dicha persona es defendida por otras que pertenecen al pentágono del mal, enquistado en poderes que permitieron que compañías inmorales (Odebrecht y más) sobrevaloren contratos, obras, y obtengan pingües ganancias. El detonante para deshacerse de esos es auditar a cada uno de los transgresores por sus responsabilidades en la década perdida; la auditoría tiene que hacerla una empresa seria extranjera que no tenga vínculos con quienes hicieron el gobierno anterior o hacen el gobierno de turno. Trabajé 48 años como psicólogo penitenciario y docente, tengo 78 años, recibo una jubilación bajísima. Y funcionarios, por firmar documentos que permiten sobrevalorar sinnúmero de contratos que perjudican al Estado en miles de millones de dólares reciben millones. Sin embargo, cada uno de los ciudadanos ecuatorianos tendremos que amarrarnos los cinturones y pagar muchos miles de dólares “toda una vida”, para saldar la fantasía monárquica de anterior gobierno. No me gustaría en un futuro que el retrato de J. G. engalane el Salón Amarillo del Palacio de Carondelet; en el supuesto de que J. G. concluya su mandato en el 2021 reciba como premio un retiro de miles de dólares mensuales asignado a exvicepresidentes, ni sea resguardado por un ejército pagado por el pueblo.(O)

Vicente de Jesús Cruz Ordóñez, psicólogo, Guayaquil