En la era de la comunicación los seres humanos hemos perdido la buena costumbre de comunicarnos. En la era de la globalización los seres humanos vemos para un solo lado y tenemos una sola verdad absoluta. Así son los políticos, los maestros, los curas, los vendedores. No importa si venden el cielo o comida chatarra, la paz espiritual o un cuerazo, tenemos una sola manera de mirar la vida, hemos perdido el sentido común y la capacidad de razonar.

Una atenta persona me llamó a preguntar cuál era mi dirección, lo hacía de parte de una empresa que me quería invitar a su almuerzo anual. Confirmé mi dirección, pero nunca me llegó la invitación; sin embargo, un amigo me llamó para que fuéramos juntos. Cuando faltaba una semana para el evento en cuestión, me volvió a llamar aquella atenta persona:

-Señora Varea, ¿cómo está?, quisiera saber si recibió la invitación al almuerzo de la empresa tal y si va a asistir.

–Muchas gracias, no recibí la invitación y sí voy a asistir.

–¿Cómo?

–Que no recibí la invitación y sí voy a asistir

–No la entiendo, señora.

–A ver, ¿qué me preguntó?

–Que si recibió la invitación al almuerzo y que si va a asistir.

–¡Exacto! Y yo le respondí que no recibí la invitación pero sí voy a asistir.

–Disculpe, no la entiendo.

–No se preocupe, usted dígales que pongan un puesto para mí porque sí voy.

Justamente en estos días, el absurdo y la incomunicación me visitaron de nuevo. Nuevamente mantuve una increíble conversación. Resulta que las cenizas de mi padre están en un nicho, en una iglesia, y nosotras hemos decidido sacarlas para ubicarlas, junto con las de mamá, en un cementerio cerca del mar.

Llamé a la iglesia en cuestión, expliqué esta situación y pregunté si debía hacer algún pago y cuándo podría retirar la urna.

–Eso tiene que hacerlo a través de una funeraria que se encargue de la ceremonia, me respondieron

–No, señorita, no habrá ceremonia.

–Entonces necesita coordinar con el párroco para la bendición.

–No, señorita, no habrá bendición, yo lo que necesito es un albañil y que ustedes abran la puerta de la cripta.

–¡Cómo se le ocurre! Este es un acto de fe, si las saca de aquí, ¿dónde las va a poner?

–En otro lugar y por lo pronto en mi casa.

–¡Nooo, eso no se puede!

–¿Por qué, quién lo dice?

–Señora, entienda, este es un acto de fe, tiene que haber una ceremonia, así que no le podemos autorizar que se lleve las cenizas de su papacito.

–¡Pero es mi papá, no es su papá.

Escuché un clic, un agudo iiiiiii y me di cuenta de que ¡me colgó!

No sé si reír o llorar, el absurdo de la incomunicación se ha apoderado hasta de la muerte, hay una sola verdad, no ponemos atención, no contemplamos ni de lejos que el otro no piense como nosotros. Si piensa diferente es por pendejo, entonces lo bloqueamos en Facebook, le colgamos el teléfono, no leemos lo que escribe, no escuchamos lo que dice porque hay una sola verdad absoluta, la nuestra. (O)