“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”.

Esta afirmación del famoso tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo –fue músico argentino–, compuesto en la primera mitad del siglo pasado, tiene tanta actualidad que parece que fue compuesto en nuestros días.

Por supuesto que no da lo mismo, pero aparentemente sí lo es para muchos que se dejan arrastrar por sus bajas pasiones y ceden sin escrúpulos al poder, al tener y al placer; incluso se postran y hasta les erigen altares y dicen ser ateos.

Los últimos sucesos de “inefables” dirigentes políticos con sus escándalos inducen inconscientemente a seguir esas prácticas corruptas, pensando que son normales, pero debemos declarar una guerra sin cuartel desde las trincheras de nuestros hogares esas prácticas que son el verdadero opio del pueblo; si no, miremos la historia y nos daremos cuenta de que la corrupción ha sido la causa de las cada vez más grandes brechas y desigualdades sociales y –con estas– de las injusticias que claman al cielo.

Sigamos esperanzados que otro mundo es posible. Que no nos atropellen la razón ni el corazón. ¡Los honestos somos más!(O)

Cristhiam Carpio Castro, Daule