Dicen que se acabaron los reinos, pero en tanta democracia y gritos de libertad hemos puesto nuestro futuro en manos insensatas. Me considero un hombre de libertades, orgulloso del pasado valiente que nos ha dejado existir, mas no consigo comprender cómo nuestro destino siempre es ultrajado por incautos hambrientos de poder. Estos pobres egos relucientes que envuelven y enamoran al pueblo, son los mismos que desbaratan sus sueños con decisiones irresponsables, basadas en supuestos conocimientos y vasta experiencia de su imaginación.

Vivimos esto cada vez que aparece un caudillo poderoso, embestido de alzamanos sin conciencia. Porque es tan difícil, si nos decimos exaltados de tanta democracia, dejar las decisiones financieras, económicas, de gasto e inversión en manos técnicas preocupadas que analicen y basen sus decisiones con coherencia y no con las emociones del momento y el ego. Muy a mi pesar debemos cambiar la estructura del Estado y planificar el país que queremos a 10 o más años y alejar esas decisiones del político del momento, dejarlo solo encargado de la coyuntura mediática, como hoy, reyes de ciertas potencias. Lo importante, los recursos y su destino, debería ser manejado por la Asamblea, en decisiones prudentes, estudiadas, planificadas, donde todo sea transparente y hasta concediendo al pueblo la facultad de opinar como lo hacen las verdaderas democracias; porque este país no es del gobernante de turno y aliados, es nuestro.(O)

Jorge H. Manssur Vera, ingeniero en Ciencias Empresariales, Guayaquil