El MAG –Ministerio de Agricultura y Ganadería– posee una estadística técnica histórica valiosa con muchas realidades y algunas imprecisiones, y por ello tienen que ser utilizadas con pinzas, pues no todo en el agro es como está escrito. Un importante primer paso es reintegrar las instituciones vinculadas y adscritas, erróneamente separadas, pues son consustanciales para un control integrado y armónico.

En esto, la primera autoridad del MAG tiene que ejercer un macrorrol y ser hacedor, marcando urgentemente el norte hacia el gran apoyo ofrecido por nuestro presidente. Verbigracia, el BAN que remplaza al BNF tiene que reportar al MAG cuáles líneas de crédito posee disponibles a favor del sector, y quien preside la cartera del MAG tendrá que impulsar aquellos cultivos y zonas que prioritariamente deben ser atendidos, mediante créditos de fomento a la producción agropecuaria. Cuando estas líneas de crédito sean insuficientes, deberá buscarlas con apoyo de la máxima autoridad política. Entre las tareas de esta cartera están la investigación, la tenencia de la tierra, los recursos hidráulicos, los servicios de extensión; en fin, es lo que espera el agro desesperadamente. Todo funcionario debe compartir una misma visión de cambio muy ética y profesional. Desarrollo agropecuario significa potencializar el conocimiento y las prácticas naturales de nuestros agricultores, ganaderos y campesinos, quienes cuentan con experiencia para producir los campos, aún con muchos factores limitantes, pero están desprovistos de apoyos y servicios que tienen que venir del nuevo MAG con todas sus instituciones. Cada institución mencionada coadyuvará al éxito o fracaso de esta nueva y titánica gestión. El mejoramiento de las artes de producción hacia el pequeño productor debe incorporar un nuevo modelo de comercialización más justo, que vele por ellos. Por otra parte, empresarios agrícolas y grandes productores cuentan con servicios técnicos privados de los mejores profesionales, pero están agobiados por tanto gravamen y trámites que les impide sacar provecho de los mercados internacionales.

La debacle que vive el sector agropecuario son problemas estructurales, y por ahí debemos promover cambio. Ecuador agropecuario produce el 97% de los alimentos básicos nuestros, solo importa el 2,7% de alimentos, de los cuales el 2,6% son alimentos primarios y el 0,1% industrializados. Es obvio con estas estadísticas advertir hacia dónde debemos dirigir nuestra política de fomento. Todo el Ecuador posee alrededor de 37.069 unidades de producción con diversas y variadas extensiones, dando un total de 2’567.758 hectáreas en producción, incluidos algunos latifundios. La gran masa de pequeños campesinos desprotegida representa 158.622 hectáreas, con apenas el 6% del hectareaje total en producción del país, pero representa más del 35% de ecuatorianos agricultores, 13.137 unidades de producción, con extensiones entre 1 y 20 hectáreas. Otro problema que es la tenencia de la tierra y su legalización, graves inconvenientes estructurales que tienen bloqueado al sector.(O)

Pedro Álava González, ingeniero agrónomo; Sunrise, Florida, EE.UU.