En los debates sobre el estado del mundo es quizás el tema más analizado, conversado y convertido en fuerte sentimiento. Y al caer en lo emotivo, nos centramos en un par de ideas demasiado simples. ¿Cuáles? Uno, la desigualdad mundial ha aumentado, lo cual es siempre malo. Dos, (casi) solo los ricos han progresado en los últimos 10 o 20 años, y por eso la desigualdad ha crecido.

Uno. ¿Hay más desigualdad? No tengo duda, por al menos dos razones. Por un lado, hay países comunistas que han dejado de serlo, caso del Este de Europa desde 1989 y China desde 1979, a lo cual debemos agregar otros países que han cambiado radicalmente su enfoque económico (península de Indochina y en menor escala India), y sin duda hay más desigualdad cuando se pasa de la visión igualitaria-pobre del comunismo a la desigual-enriquecedora del capitalismo. Por otro lado, las desigualdades aumentan cuando hay más innovación y mercados más amplios (globalización) para expandirla.

¿Dos? ¿Solo los ricos han progresado? Posición muy difícil de sostener cuando en 50 años, cientos de millones han salido de la pobreza solo en China, y la cifra supera los 1.000 millones en toda Asia. ¿Es posible que algunos miles de billonarios sesguen la reflexión hasta olvidarnos de los otros que sí han salido de la pobreza y son cerca de 100.000 veces más?

Conclusión: hay muchos menos pobres y más desigualdad. Vienen entonces dos preguntas. Uno: ¿las causas de la desigualdad? Dos: ¿es la desigualdad siempre mala?

Uno. La primera causa de la desigualdad en sociedades libres es que potencia la esencia del ser humano (¡las buenas y las malas raíces en realidad!), y entre nuestros atributos está ciertamente ser diferentes (en talentos, gustos… ¡y también suerte!), lo que inevitablemente implica resultados desiguales. Pero hay bastante más. Mucha de la desigualdad, en nuestros países sobre todo, son los patrimonios que vienen del pasado colonial, cuando bastaba mirar al horizonte y decretar la propiedad (en contra de los principios básicos para los cuales la forma de apropiación no es el poder o la fuerza, sino el agregar trabajo o innovación). Otra gran parcela de desigualdad proviene de la repartición alrededor de los gobiernos, vía prebendas directas (corrupción) o indirectas (controles, prohibiciones, frenos a la competencia etc., ¡que favorecen a algunos… amigos!). Hay también toda la ilegalidad que genera enormes fortunas (crimen, tráfico de drogas, etc.). Y finalmente hay los mecanismos de mercado: es evidente que si alguien crea una marca exitosa y globalizada (Apple, Google, Amazon, Alibaba), con cientos de millones de clientes porque mucha gente ha salido de la pobreza y puede acceder a estos bienes y servicios, será bastante más rico que sus clientes. Con 4.000 millones de clientes potenciales (en lugar de 800 millones) hay más concentración de riqueza potencial, ¡pero también más gente satisfecha con lo que recibe!

De estas formas de desigualdad, las prebendas estatales, el patrimonio habido por la fuerza y el crimen son inaceptables… ¿pero la última, el éxito?... continuaremos la próxima semana con ¿es la desigualdad siempre mala? (O)