Lorena Konanz

El Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC) ha presentado las nuevas cifras sobre el mercado laboral actualizadas a junio 2017. Los números no mienten y la realidad laboral del país no puede taparse con un dedo. Mil personas han entrado diariamente al subempleo en e l último año, pasando esta cifra del 16,3% de la población económicamente activa (PEA) en junio 2016 a 20,5% a junio 2017.

La noticia que venderá el Gobierno es que el desempleo bajó del 5,3% al 4,5% en los últimos doce meses, lo cual indicaría una recuperación económica a nivel nacional. Lo que este análisis no señala es que no todas las personas que dejaron el desempleo consiguieron un empleo digno, con seguridad social y un salario q ue permita cubrir las necesidades básicas de sus familias. Pasaron de estar totalmente desempleadas a la categoría de subempleadas (personas que ganan menos del salario mínimo y/o trabajan menos de la jornada legal y quisieran trabajar más), es decir, a vender artículos en la calle que les permitan llevar algo de dinero a sus hogares.

Independientemente de los incentivos tributarios, este Gobierno debe promover la flexibilidad laboral. No solo en beneficio de los empresarios, sino del enorme número de desempleados y subempleados que no logran conseguir un empleo que les permita solucionar las necesidades de su familia. Por muchos años nos han vendido la idea de que la flexibilidad va en contra de los derechos de los trabajadores y que busca únicamente su precarización y el beneficio del empleador. Pero luego de diez años de rigidez laboral los resultados muestran lo contrario con un subempleo que crece cada año. Nada más en los últimos cinco años el subempleo ha pasado de 9,7% en el 2012 al 20,5% en el 2017. Por lo tanto, ofrecer políticas flexibles de contratación, como la contratación por horas o con un plazo fijo, crearía nuevas oportunidades de trabajo inexistentes a la fecha, que beneficiarían especialmente a aquellas personas subempleadas. Asimismo, se deben implementar medidas que permitan reactivar el comercio y por consiguiente la contratación de personal por parte de las empresas. Para esto es necesario tomar medidas muy diferentes a las del pasado: reducir los costos de producción, bajar impuestos, eliminar el ISD, la ley de plusvalía y demás trámites burocráticos que paralizan el comercio y tienen como resultado el despido laboral. Ofrezcámosle al empresario facilidades e incentivos que incrementen la contratación de personal. Todas estas políticas deben por supuesto ir de la mano con un régimen de seguridad social acorde, que permita garantizar en todo momento los derechos de los trabajadores.

Olvidémonos de las fórmulas y recetas del pasado que no dieron resultado, y escuchemos nuevas alternativas que desde diferentes sectores de la sociedad se están planteando. Estamos a la espera de que el diálogo trascienda la mesa y se logren cambios con resultados reales. (O)