Alberto Rigail Cedeño

Ha terminado una etapa en la vida nacional; es una excelente oportunidad para reflexionar y actuar sobre el futuro. Bien vale la pena recordar la frase de Séneca, quien dijo: “No hay vientos favorables para aquel que no sabe donde quiere ir”; o Peter Drucker, quien afirmó: “La mejor forma de predecir su futuro es creándolo”. En los casi 100 años de la vida del Management moderno los líderes empresariales han aprendido que el valor del futuro radica en gestionarlo, en que podemos hacer algo con él, en pensar y diseñar una estrategia.

Tener estrategia para un país, una empresa, una ciudad e incluso una persona es tener un rumbo, es tener un camino al futuro, es definir claramente su orientación en el largo plazo términos de fines y objetivos, es encontrar las acciones necesarias para crecer de la mejor forma posible y ajustar los recursos y capacidades disponibles. La estrategia debe ser práctica pero a la vez inspiradora, para dar a todos los que la van a seguir certidumbre e identidad. Debe ser clara y a la vez específica, para reducir la improvisación y mejorar la capacidad de ejecución.

La estrategia debe ser práctica pero a la vez inspiradora, para dar a todos los que la van a seguir certidumbre e identidad. Debe ser clara y a la vez específica, para reducir la improvisación y mejorar la capacidad de ejecución.

Algunas de las más importantes decisiones que deberán ser incorporadas en las estrategia del país son la orientación de la economía, determinando si el sector privado o el público es principal motor del desarrollo económico; cuánto espacio de libertad queda para la decisión y acción ciudadana; las áreas prioritarias y factores estratégicos; las políticas de inversión y endeudamiento para alcanzar un mayor crecimiento; y la reducción de las desigualdades sociales. En un contexto de alta incertidumbre en la economía global, tomar este tipo de decisiones contribuye a maximizar el impacto de las acciones y a usar de manera óptima los recursos públicos. 

Hay algunas preguntas que nos ayudan a pensar mejor sobre el futuro de las decisiones presentes: a) ¿Cuál es la razón por la que tendremos éxito en el futuro? ¿Se puede ser todo para todos, por muy grande que sea o por muchos recursos que se posean? b) ¿Estamos dispuestos a afrontar los hechos desnudos? ¿Hemos considerado cuántos recursos se disponen y cómo conseguirlos? c) ¿Estamos dispuestos a cambiar? ¿Tenemos la intención de modificar voluntariamente los acontecimientos? ¿Hacia dónde queremos llevar en se cambio? Y d) ¿Estamos dispuestos a hacer apuestas? ¿Cuánto riesgo estamos dispuestos a asumir para alcanzar los fines y objetivos deseados?

Las estrategias exitosas se nutren de ideas frescas, de ideas que muevan el corazón, que aprovechen lo mejor de la experiencia y la tecnología que hay en el mundo y que produzcan beneficios claros. Las estrategias exitosas en coyunturas de transición nacen de procesos participativos, siendo el diálogo muy constructivo cuando ayuda a identificar caminos que tengan sentido para muchos y a pensar en abundancia. Parafraseando a Nelson Mandela, debemos usar el 2017 sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien. Vivimos un momento decisivo para el Ecuador, no solamente para un cambio de estilo sino por la posibilidad de tener una nueva estrategia, de darle un sentido y un camino distinto al futuro. (O)