A pocos días de que el gobierno del presidente Moreno cumpla dos meses desde su posesión, escribo esta nota con ánimo expectante, oteando el horizonte en busca de definiciones. Sí, Sr. presidente, ha llegado la hora de la verdad, de su verdad frente al país.

Desde la posesión ha habido señales que han sido alentadoras; falta ahora saber si esas señales se traducirán en medidas concretas. Sería iluso pensar que el gobierno del presidente Moreno va a dar un golpe de timón que se acerque a las posiciones de los grupos autodenominados opositores, al fin y al cabo, fue elegido con el auspicio de Alianza PAIS, pero sí abrigamos esperanza de que se abran resquicios por los que los ciudadanos podamos transitar y, ojalá, encontrar espacios para contribuir con el país que es de todos y no solo de PAIS.

Entre las señales importantes está el señalamiento de que el sector privado será el motor de la economía. Se dice pronto pero pregunto: ¿cómo? Ese sector reclama reglas claras que todavía no se ven ni se insinúan. Otra señal fue la invitación al diálogo; bien. Se han instalado mesas para ese propósito; bien, pero no se ha sabido de nada que señale un rumbo todavía. Por otro medio señalé la necesidad de una mesa para los temas de vivienda y desarrollo de las ciudades; que yo sepa, todavía no hay respuesta. Algunas de las señales políticas ya generaron controversia dentro de su movimiento y levantamos las cejas; el expresidente finalmente partió y dejó tremendos tuits con furibundas acusaciones; declaraciones presidenciales indicaron que no estaba para los odios; muy bien.

También paramos las orejas cuando el presidente declaró que no encontró la mesa servida. Importante declaración, que algún caricaturista con ingenio graficó que no había tal mesa servida, sino mesa patas arriba. En estos días está en discusión lo que los economistas oficiales han denominado eufemísticamente, “devaluación fiscal”. Ya los entendidos nos explicarán, pero para este ciudadano del llano suena a ajuste puro y duro. Hasta hoy no se conoce la realidad de las cifras de la economía sobre las que se mantiene el ostracismo oficial: ¿Cuánto debemos al fin? ¿De qué tamaño es el déficit? ¿Cómo se financiará el presupuesto del Estado? Díganos la verdad, Sr. presidente, por dura que esta sea; señálenos con claridad cuál es el punto de partida, ¿qué tamaño tiene el reto que enfrentamos?

En términos de libertades también ha habido señales en el sentido de un mayor respeto a la opinión ajena. El destacado periodista Fernando Larenas fue nombrado director de El Telégrafo como una señal para hacer de los medios gubernamentales, medios públicos verdaderos. Pero los asambleístas aliancistas se han opuesto abiertamente a ese nombramiento, pues no están dispuestos a perder ese medio para influir en la opinión.

El CAL le acaba de echar cal al asunto del vicepresidente Glas con argumentos inatendibles. Se pone a prueba la fortaleza que tiene el presidente para hacer lo que denominó “cirugía mayor” a la corrupción. Amanecerá y veremos. Muchas son las señales, pocas las concreciones. Esperemos que lo visto no sean solo fuegos de artificio. Es su hora de la verdad, Sr. presidente; los ciudadanos estamos pendientes. (O)