Una escueta definición de medios públicos dice que son “los que utilizan fondos públicos para producir material informativo de interés para toda la ciudadanía”, empieza por el financiamiento, probablemente, porque de eso se desprende la obligación de ser incluyente y reflejar la realidad, opinión e intereses de todos.

Para lograrlo, un medio público debe ser pluralista, con independencia editorial, capaz de reflejar la gran diversidad en la que tiene que vivirse la unidad, que no es uniformidad.

El nuevo gerente de Medios Públicos ha dicho claramente: “Los medios públicos son de todos los ciudadanos de la patria”. “Se incluirán todas las voces, vengan de donde vengan”.

El concepto está claro, llevarlo a la práctica es un reto que, según parece, los nuevos responsables están dispuestos a aceptar, para lo cual su política editorial deberá sustentarse en principios básicos para la convivencia democrática, de los cuales no podrán estar ausentes el tema de los derechos humanos, el diálogo, ni la divulgación de las bases éticas y legales de la nación.

Son pocos los resultados exitosos porque, a la larga, surgen problemas de financiamiento y la tentación de convertirlos en voceros gubernamentales, pero intentarlo puede ser una gran experiencia democrática. (O)