El mundo se mueve hacia una nueva dirección y cuando eso acontece la energía o lo que produce el movimiento se convierte en la referencia de esos cambios. El sistema mecanicista -herencia de la revolución industrial- se mantuvo por más de tres siglos conformando no solo un nuevo mapa económico sino estableciendo un modo de relacionamiento basado en el desplazamiento más rápido de barcos y ferrocarriles. Ahora vivimos un tiempo que pone en entredicho el combustible fósil al que se lo arrincona cada vez más y se piensa en otras fuentes de energía como la eléctrica, el hidrógeno, la eólica o la solar que en este campo los alemanes están dispuestos al gran salto de convertirse en menos de dos décadas en la primera nación completamente dependiente de esta energía limpia y renovable.

La actitud contraria de Trump al acuerdo de París, pareció un paso hacia atrás aunque la reacción mundial e incluso dentro de su propio país ha demostrado que la tendencia parece irreversible en la dirección opuesta al mandatario norteamericano. Esas nuevas fuentes de energía plantean también formas de organización social diferentes y desafían la creatividad e innovación para adaptarse a esos nuevos paradigmas. El cambio ha sido tan intenso que países como India están produciendo coches movidos a aire comprimido a valores cada vez más accesibles y la entrada el negocio de empresas como Google, Tesla y Apple demuestran que la industria tiene cada vez más competidores en terrenos en donde jamás habían pensado que les saltarían nuevos jugadores.

La energía concentrada en valores cuánticos supone una manera de entender las fuerzas de movimiento pero también maneras de entender la organización política cada vez más sostenidas en capacidades individuales dispuestas a convertirse en elementos de propulsión que pone en entredicho formas de organización políticas anteriormente tomadas como inmutables.

La manera como extrapolemos estas nuevas formas de energía en capacidades orientadas a disminuir no solo la contaminación sino en responder a demandas de organización social diferentes determinará el éxito o el fracaso de las naciones a futuro.

Es importante que América Latina tan refractaria aún a la inversión en ciencia y tecnología, pueda comprender el gran salto que la humanidad de vanguardia realiza para no quedar aún más rezagada a la situación actual en la que ya estamos. Más incentivo a la innovación y más educación orientada a crear patentes es el camino que nos permita ingresar al terreno de competencia en donde el mundo de hoy ya ha comenzado a mostrarnos el rezago que tenemos.

Mientras no resolvamos las cuestiones de política interna que solo consiguen demorar nuestra capacidad de adaptación, las nuevas realidades con la energía que mueve el mundo estará puesta en valores cuánticos y nosotros nos habremos quedado en fórmulas mecanicistas que solo nos generan más subdesarrollo y retraso. El tiempo no espera y la competencia desatada es feroz para negocios pero mas sobre las personas y su empleabilidad a futuro.