Enhorabuena el presidente ha reconocido que la economía está atravesando una situación complicada. Ahora toca la reflexión. Otros países dolarizados y otros dependientes de exportaciones de materias primas han seguido creciendo durante los últimos años, algunos incluso han tenido un crecimiento promedio superior al de Ecuador durante la última década. De manera que no podemos culpar a factores externos de nuestros problemas.

Nuestra crisis fiscal tiene raíces en una administración que gobernó pensando que la fiesta nunca se acabaría e incurrió en un exceso de gasto público. Si el presidente realmente quiere salir de esta crisis, le faltaría identificar la causa: sobredosis de estatismo.

Como primera medida, lo lógico sería que proceda a remover de su administración a aquellos que contribuyeron de manera esencial con sus decisiones a cocinar esta crisis fiscal. Pero por ahora, ahí siguen autoridades recicladas de la administración anterior en posiciones clave del frente económico: Patricio Rivera, Diego Martínez y Carlos de la Torre.

También vemos que las caras nuevas que hay continúan con las mismas ideas equivocadas acerca de la dolarización y el comercio. Por ejemplo, el ministro de Comercio Exterior, Pablo Campana, de entrada empezó a hablar de la necesidad de controlar las importaciones para defender la dolarización y ya anunció que se elevarán los aranceles para unas 400 subpartidas arancelarias.

De manera que todavía está pendiente un verdadero cuestionamiento del modelo estatista y mientras se mantenga el mismo equipo e ideas fracasadas no tenemos por qué esperar un resultado distinto. Por ejemplo, continúan las limitaciones a las importaciones y siguen disponiendo del dinero de otros mediante los préstamos del BCE al Gobierno.

Asimismo, la presentación de esta semana del ministro De la Torre muestra que siguen con la misma visión mercantilista y corporativista del gobierno anterior. Él anunció una “devaluación fiscal” en la forma de una reducción del aporte patronal al IESS, costo que sería asumido por el fisco. La literatura económica señala que la devaluación fiscal suele compensar la reducción en el aporte al seguro social con un aumento en el IVA. Aunque el ministro no dijo que se volvería a aumentar el IVA, sí dijo que pretenden subsidiar a los exportadores. ¿Cómo financiarían el subsidio? ¿Se justifica subsidiar a los exportadores? ¿No sería mucho más sencillo y justo reducir la carga tributaria general eliminando, por ejemplo, el impuesto a la salida de divisas y el anticipo al impuesto a la renta?

No sorprendería que el Gobierno se valga del Consejo Consultivo Productivo y Tributario –que reúne a representantes del gobierno y del sector productivo– que creó para endosarle el costo político del aumento del IVA y financiar con este aumento algún tipo de subsidio a los exportadores. Tampoco debería sorprender que los empresarios que buscan vivir a la sombra del poder político en lugar de competir en un mercado abierto acuerden con el Gobierno reducir sus costos laborales mientras que le suben la carga tributaria al resto y reciben un subsidio a cambio. Ya lo decía Adam Smith hace muchísimo tiempo: “Es raro que se reúnan personas del mismo negocio, aunque sea para divertirse y distraerse, que la conversación no termine en una conspiración contra el público o en alguna estratagema para subir los precios”. (O)