La reunión del G20, en Hamburgo, se realizó con fuertes medidas de seguridad, pues manifestantes violentos en las calles recibieron a los líderes de los países más poderosos del mundo con la frase “Bienvenido al infierno”.

A pesar de que se había difundido el mensaje gubernamental de que la crítica al G20 era bienvenida y el derecho a la libertad de expresión estaba garantizado, grupos de manifestantes, algunos enmascarados, provocaron disturbios que dejaron más de 150 policías heridos, carros en llamas, escaparates y mobiliario urbano destrozados y vehículos antidisturbios recorriendo la ciudad.

Como expresó un manifestante, no se trataba solo de protestar, querían que la reunión, cuyo tema central era el cambio climático, no se realizara. Algunos grupos hicieron énfasis en que esa cumbre no los representaba.

Los graves incidentes, que la señora Merkel calificó de inaceptables, dejan claro, una vez más, que los pueblos no se sienten representados por quienes asisten a ellas y que algunas de las decisiones que allí se toman no son las que los pueblos esperan. Esto debería ser motivo de reflexión y cambio. (O)