Es irresponsabilidad negarse a abrir los ojos y mirar una realidad que pretende arrollar la humanidad en nuestro siglo: la realidad de los gais y lesbianas. Antes de juzgar, miremos algunos hechos:

1) Ciertos medios de comunicación se esfuerzan en presentar favorablemente no solo la ideología del homosexualismo, sino también el matrimonio entre gais y entre lesbianas; y además la adopción por homosexuales.

2) En algunos estados y ambientes las actividades homosexuales son consideradas “derechos humanos”. Negarlos –dicen– es marginación.

3) Hay una campaña mundial bien orquestada y ricamente financiada por 379 empresas en favor de legalizar el “matrimonio” homosexual; en favor de la adopción de niños por gais y lesbianas. Los que opinan en contra son perseguidos.

4) Esta campaña en algunos estados ha logrado que sea delito de discriminación opinar en contra del homosexualismo: en Suecia, por ejemplo, se decretó pena de cárcel contra un pastor luterano que pronunció las palabras con las que san Pablo condena la homosexualidad. (Carta a Romanos).

Reflexiones:

1) Es verdad indiscutible: los ciudadanos homosexuales deben ser respetados y protegidos, en cuanto son personas humanas. Este respeto no implica aceptar su estilo de vida, más en concreto, no implica aceptar la unión de dos gais, de dos lesbianas como “matrimonio”.

2) Matrimonio es vínculo que conlleva la potencialidad de ser madre. Su mismo nombre significa maternidad. Los propulsores del homosexualismo buscan confundir y vaciar la unión heterosexual de contenido. Si esa no es su intención, den otro nombre a la unión homosexual. Su insistencia en usar la palabra “matrimonio” funda la sospecha de que buscan herir la institución, que organiza la sociedad y alimenta sus valores.

3) Michael Signorile, activista del homosexualismo, reconoce que un objetivo de los propulsores del homosexualismo es combatir la familia, pues afirma: “La acción más subversiva de los gais y lesbianas es transformar por completo la noción de familia”.

4) El matrimonio homosexual no ha sido asumido como un valor, como una costumbre distintiva, como cultura de pueblo alguno. Aun las diversas sociedades, que han permitido el homosexualismo, han entendido con claridad que matrimonio es unión estable entre un varón y una mujer.

5) Negarse a equiparar una unión homosexual y un matrimonio no es discriminación injusta, como no es injusticia negar a un ciego licencia de conducir un automóvil.

6) Tampoco es discriminación negarles el derecho de adoptar a niños huérfanos. Es respetar y defender a los niños. Porque lesbianas y gais no respetan a los huérfanos, pues pretenden presentarlos como trofeos; no garantizan atención estable, pues su unión dura relativamente poco tiempo; no pueden darles el aporte normalmente indispensable de los dos sexos. Hay parejas matrimoniales dispuestas a adoptar. Estas debieran ser tomadas en cuenta.

Releyendo lo anterior, descubriremos que gais y lesbianas, antes que plantear un problema religioso, plantean interrogantes y certezas a ciencias como la demografía. La herida a la sociedad se nota ya en su recorte y envejecimiento.

¿Qué dice Dios? Dios creó varón y mujer, para que sean felices en el crecimiento y mutua entrega. (Génesis). (O)