Legislación, jurisprudencia son el inicio de las relaciones sociales y de producción en organización, en civilización.

Observamos la acumulación de conocimiento, en un desarrollo tecnológico inimaginable hasta hace poco. Todas las ramas de las ciencias avanzan a pasos gigantes: la biotecnología, biogenética, nanotecnología, cibernética social, semiótica, futurología, física cuántica...

Las relaciones sociales de producción también avanzan; estas caminan hacia la inclusión, equidad, transparencia, democracia participativa, intolerantes a la corrupción.

La Ley del Banano amerita una revisión que se ajuste a las necesidades de estas nuevas formas del desarrollo social, comercial. Necesitamos una ley que permita el fomento de una agricultura con responsabilidad social, ambiental, que garantice la utilidad razonable de acuerdo con las inversiones, riesgos que asumen los inversionistas productores, conscientes de mercados altamente competitivos, en los cuales la calidad es prioridad y tiene un costo; hemos de maximizar la productividad, todos los recursos, así como minimizar los costes.

Nuestros aliados y socios estratégicos, los exportadores, también tienen que ir en la misma dirección, deben ubicar los productos al mejor valor posible, desarrollando las mismas virtudes que los productores en una frase “comercialización sustentable”, que permita la economía sostenible de la cadena.

Una ley que permita: inclusión, equidad, dé conciencia; el trabajo humano es la prioridad en toda acción productiva. Debe agilitar y facilitar todos los procesos. Permitir una adecuada relación entre los participantes.

Los estados son responsables de guiar a la regulación, la formalización de los actores, así como estos son responsables de hacerlo.

Existen responsabilidades compartidas en la nueva era, nos llevan al principio del ganar-ganar-ganar, las tres G. Las dos primeras se refieren a las partes involucradas en la relación comercial y laboral, todos ganan compradores, vendedores, sus colaboradores... todos han saboreado el éxito; la tercera G se refiere a la casa grande, al cuidado del planeta, del medio ambiente. Luego entonces tenemos relaciones sociales de producción en armonía.

Conscientes de que todos los eslabones en las cadenas de valor son de suma importancia, nos enriquece reconocer que los productores son los más importantes, pues, estos generan el producto sin el cual no habría cadena.

Nosotros también proponemos la Ley de Fomento, Precios y Mercados, para el Desarrollo del Sector Agropecuario. Esta dará inicio a una nueva etapa de implementación de una verdadera política permanente en nuestro sector.

Diálogos profundos nos dirigen a permanentes acuerdos. (O)

Byron Paredes Monteros, productor agrícola, Quevedo