Felicito a este Diario por el editorial ‘De otra ideología’ publicado el pasado jueves 29 de junio. En efecto, el problema de las drogas “se trata de la vida de los jóvenes ecuatorianos, de evitar que caigan en las garras de la destrucción”. Y está por encima de cualquier ideología. Y debemos ir más allá. Debe sancionarse su consumo, y parte de la sanción debe ser el tratamiento obligatorio, asumido por el Estado, pues fue el Gobierno responsable del incremento de este mal con la aprobación en el 2008 de la tabla de porte y consumo de drogas permitidas.

En China, Taiwán, Indonesia, Singapur y Cuba, el consumo de drogas y su tráfico son un grave delito, sancionado incluso con pena de muerte porque atentan contra la integridad de la juventud y la seguridad nacional. Actúan enérgicamente, en lugar de darles tablas permisivas, que han alentado el microtráfico.

Y es que la drogadicción no es un hecho aislado, que tiene relación con la sola persona consumidora. Es un hecho del ámbito público, que afecta a familias, a niños y jóvenes en sus aulas, a la comunidad en su barrio, pues llevan a conductas delincuenciales, rupturas familiares… o la muerte.

Si la Constitución no penaliza el consumo, recordemos que no está escrita en piedra. ¿Por qué no modificarla? Unamos fuerzas contra estas disposiciones que destruyen la vida de nuestros niños y jóvenes y llenan de dolor a miles de familias ecuatorianas. (O)

Wilson Sánchez,
Abogado, Guayaquil