Planteaba la semana pasada temas que el Gobierno debe enfrentar: orden en las finanzas públicas, corrupción, mejor equilibrio entre trabajadores y empresarios, hostigamiento a la prensa, defender la dolarización, no raspar la olla, educación, programa de apoyo a los que menos tienen, sobre todo a niños y ancianos.

Hay más.

Sistema de jubilaciones. Hay un déficit actuarial enorme, pero además un déficit de caja (sale anualmente más de lo que entra) y no cubre a los más pobres. Alguna vez, el nuevo presidente dijo que el sistema era sano, deberá revisar su visión porque hay importantes decisiones de sociedad que deben tomarse (ejemplo, ¿quién paga la cuenta?).

El Estado de derecho, donde la ley (establecida de manera sensata y pausada por la sociedad) prima sobre decisiones arbitrarias de los individuos. Debemos volver sobre un errado sendero de estos años: hemos hecho leyes apresuradas que solo reflejan la visión de un pequeño grupo de ecuatorianos (directivos de AP), y hemos dejado muchas cosas en manos de un gobernante que ha hecho y deshecho en el camino. Y obviamente la idea de que no existen poderes separados, y la continua manipulación de la justicia, el Legislativo y el sistema electoral, ha sido muy grave. De ahí, olvidar la falsa idea de democracia de que las elecciones dan todos los derechos a los ganadores.

Las condenas a activistas sociales. Parte del desprecio al derecho ha sido la utilización de la justicia contra todo quien pensaba diferente del Gobierno. Y peor, a todo el que atacaba la “majestad” del poder, concepto que no existe, el gobernante está en el mismo pie de cualquier ciudadano y a su servicio (un buen paso es que no haya fotos del gobernante en las oficinas públicas, deben seguir otros más).

La visión del Estado como “el único bueno de la película”. Todos nos equivocamos tanto que el gobierno debe ser nuestro guía y controlador. Visión muy pobre y limitante. El derecho a equivocarnos es parte de la vida mientras no causemos daños a terceros. Igual con las organizaciones sociales, se las ha coartado porque supuestamente tienen demasiado poder, presencia y ocupan espacios que solo el Estado debe ocupar. Otro grave error: son los individuos y sus organizaciones el verdadero centro de la sociedad, no el Estado.

Economía extractivista. Hay que decidir cuánto queremos depender de petróleo y minería. Están ahí y no podemos despreciarlas, pero tomando en cuenta su impacto humano, ambiental e institucional. Hay que estar claros de que el dinero caído del cielo daña a las sociedades, a no ser que su uso sea muy prudente, la simple idea tan repetida de que el “extractivismo nos saca del extractivismo” está muy lejos de ser cierta.

Abrirse al mundo. Hemos vivido estos años bajo la idea falsa de que la apertura al mundo es un peligro que se debe limitar (el acuerdo con Europa se firmó solo “porque no quedaba más”) e incluso citando a autores cuyo aceptación en el mundo es incierta. La verdad es que el mundo ofrece riesgos y oportunidades, y bastante más de lo segundo… ¡tantos errores! (O)