El Servicio de Capacitación Profesional (Secap) era la institución pública mediante la cual se promovía la capacitación a la ciudadanía, pero lamentablemente el pasado gobierno lo ha eliminado, constituyéndose en un crimen a la inteligencia por parte del Estado, llegando al extremo que fue despojado de su remodelado edificio y a la mayoría de sus funcionarios se los presionó a renunciar o aceptar la renuncia voluntaria con carácter obligatorio, con consecuencias en algunos de los casos desastrosa socialmente para la familia. Una jubilación no deseada y prematura.

Los gobiernos parece que no se han dado cuenta de que solo la capacitación permanente del trabajador ecuatoriano podrá convertirnos en entes creativos, competitivos y productivos. Llamo a rectificar tamaño despropósito. No es posible que mientras la planta de instructores del Secap y sus funcionarios fueron excluidos de su actividad, increíblemente se ha elegido a los directores nacionales y provinciales del Secap, porque están en vigencia las partidas en una institución cuasi sin funciones.

Solamente invirtiendo en educación se logrará el cambio social. (O)

Ricardo Ordóñez Jaramillo,
Licenciado, Guayaquil