Mientras la visión ignorante de unos cuantos sigue reflejando la complicidad y quemeimportismo de la comunidad internacional frente al desmadre propiciado por el paranoico régimen venezolano, ya son 77 los fallecidos en las protestas que convulsionan dicho país desde hace algunos meses. ¿Cuántos muertos más se requieren para que algunos incautos se percaten del desmadre que se vive en Venezuela?, ¿100, 200, 1.000?, o el número de fallecidos es una simple excusa que no impide que el presidente boliviano escriba: “Dale duro, Maduro, contra los golpistas”, o que Gabriela Rivadeneira afirme, muy suelta de huesos, que Venezuela ha sido “la espina dorsal del proyecto de integración de Sudamérica”.

Hace pocos días la OEA fracasaba en su intento de adoptar una posición más terminante y crítica del gobierno de Nicolás Maduro, exclusivamente debido al hecho de que los favores petroleros pesan más que los fallecidos en las protestas, lo que explica el cambio repentino de posición de cuatro estados caribeños que retiraron su apoyo a la resolución que iba a adoptar el organismo. En otras palabras, los países de la región seguirán presenciando impertérritos esta especie de orgía política que se vive en Venezuela, sin que exista una posición de real condena frente a todos los excesos que abiertamente se dan por parte del régimen de Maduro, quien incluso alardea con sorna y desprecio, al decir que la represión en su país se la hace solo con “agüita y gasecitos lacrimógenos”.

¿0 el número de fallecidos es una simple excusa que no impide que el presidente boliviano escriba: “Dale duro, Maduro, contra los golpistas”, o que Gabriela Rivadeneira afirme, muy suelta de huesos, que Venezuela ha sido “la espina dorsal del proyecto de integración de Sudamérica”.

En ese contexto resulta importante mencionar que si bien el Ecuador no votó en contra de la resolución impulsada por la mayoría de países de la OEA, se abstuvo de hacerlo, impidiendo de esa forma que luego de años de total alineación con el proceso venezolano, finalmente pueda adoptar una posición neutral e independiente. Como ha sido usual, el gobierno ecuatoriano ha rechazado la intromisión en la política interna venezolana, apelando a la búsqueda de mecanismos que puedan facilitar el diálogo, lo cual a estas alturas resulta inoficioso y excluyente, pues dicho diálogo está irremediablemente extraviado, sin que exista otra solución democrática que la convocatoria anticipada de elecciones presidenciales.

Sería ingenuo pensar que esas elecciones anticipadas permitirán que Venezuela salga de todos sus problemas actuales, sin embargo sería un paso crucial no solo en la consolidación democrática de la patria de Bolívar, sino también en su necesaria pacificación. Hasta que eso ocurra, los muertos seguirán sumando como cruel recordatorio de un proyecto político enardecido, esquizofrénico y fracasado. (O)