Quito enfrentaba problemas de crecimiento a finales de los años treinta. La simple expansión de su trama en damero resultaba complicada, pues no se adaptaba a la topografía circundante y no lidiaba eficientemente con las quebradas que rodeaban la ciudad. Fue el uruguayo Guillermo Jones Odriozola quien planteó en 1942 el primer plan regulador para la capital ecuatoriana. El principal mérito del plan Jones Odriozola (además de ser el primer intento en Ecuador de implementar criterios modernistas en el manejo del crecimiento urbano) es la forma en la que las calles y cuadras se adaptan a las laderas y curvas que tiene el valle de Quito, tanto hacia el norte como hacia el sur de la ciudad. El Quito propuesto por Jones no es una trama rígida como su Centro Histórico; es un evento urbano que obedece al valle que lo contiene, girando y curvando cuando la geografía lo requiere.

Las características intersecciones diagonales –tales como el cruce entre las avenidas República y Eloy Alfaro– son el producto de adaptar las calles al terreno, evitando así las calles de pendientes pronunciadas que se pueden encontrar en la periferia del Quito antiguo.

Otro aporte del plan Jones Odriozola es la inserción de áreas verdes dentro de la trama urbana. Si bien Quito ya contaba con espacios como La Alameda, El Arbolito y El Ejido, todos estos surgieron originalmente como espacios verdes periféricos. En contraparte, La Carolina se origina como un espacio verde previsto desde el principio dentro de la parte urbana.

Cierto es que La Carolina actual no es lo que el arquitecto uruguayo tenía previsto en su plan. Lo que hoy es una suerte de Central Park chiquito se pensó en un comienzo como unos Campos Elíseos, donde el parque existente era complementado con seis megacuadras más de parques y con el Estadio Olímpico Atahualpa como su gran remate central.

Lo cierto es que el parque La Carolina es el corazón del actual hipercentro de Quito. A pesar de las varias intervenciones que han talado mucho de sus árboles, sigue siendo uno de los puntos verdes más concurridos de la capital. Cuenta con una infraestructura para actividades deportivas quizás excesiva, pero que resulta atractiva para muchos quiteños.

El plan de Jones Odriozola no se aplicó en su totalidad, pero los puntos mencionados permitieron un crecimiento programado, eficiente y positivo. Resulta triste y lamentable que los actuales frentes de crecimiento de Quito, ubicados en los valles orientales, no tengan un plan de crecimiento coherente. Si los habitantes de Cumbayá o Tumbaco quieren jugar fútbol o vóley, deben tomar un auto y subir hasta La Carolina. ¿Por qué? …pues porque nadie ha previsto la forma en que la ciudad debería crecer en esas zonas.

El crecimiento en los valles orientales es un simple producto de un mercado no racionalizado ni dirigido. Un problema provocado por las administraciones municipales de los últimos treinta años.

¿Llegará pronto el día en que Quito redescubra cómo y hacia dónde crecer en el futuro? Hasta mientras, miramos impotentes cómo Tumbaco y Cumbayá crecen como una suburbia descontrolada sobre los Andes. (O)