En medio de tanta pestilencia, un poco de buenas noticias nos dan respiro…

En un supermercado, una niña pequeña contempla una hermosa torta y le pide a su abuela comprarla. La abuelita con cara triste se niega, pero al final cede. Un joven observa la escena. En el momento de pagar, el dinero no alcanza. Le pide a la cajera que descuente el valor de la torta y la devuelve. La niña se retira apenada.

El joven que había observado la escena compra la torta y se la entrega a la niña, asombrada y estupefacta. La abuelita se resiste a aceptarla. El joven le cuenta que cuando él cumplía 7 años su madre quiso comprarle una igual, pero no tenía lo suficiente y un hombre que observaba la escena la compró y se la dio deseándole feliz cumpleaños; él nunca pudo agradecerle porque se retiró en silencio... pero le dejó una frase escrita: Un simple acto de ayuda crea una onda sin fin.

Cuando la abuelita le pide un número de teléfono, él le escribe esa frase. La pequeña llega a su hogar y con enorme gozo le dice a su abuelito que cumplía años: Te he traído una torta. La que más te gusta. ¿Por qué has gastado ese dinero?, le pregunta a su esposa, y esta le dice lo que pasó. La niña le entrega el papel del desconocido con la misma frase que él había escrito muchos años antes…

El nuevo sacerdote asignado en octubre a una iglesia de Brooklyn la encontró en pésimas condiciones y se fijó la meta de tenerla lista para Nochebuena. Reparó paredes, bancos y el 18 de diciembre ya había concluido con casi todos los trabajos. El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días. El agua se había filtrado por las paredes y ocasionado un boquete de más de 5 m de largo por 3 m de ancho en la pared justo atrás del púlpito. Pensó en suspender la misa de Navidad. En el camino a su casa vio que había un “pulguero” en una tienda vecina y observó un hermoso mantel hecho a mano con una cruz bordada en el centro, vio que era del tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared y lo compró.

Regresó a la iglesia en medio de una intensa nevada y vio a una mujer mayor que perdió el autobús. La invitó a entrar a la iglesia. Mientras, buscaba poner el mantel como tapiz de fondo. La mujer tenía la cara blanca como el papel. ¿Dónde consiguió ese mantel? ¿Tiene las iniciales EGB en el extremo derecho? Sí estaban. Esas eran las iniciales que ella había bordado en el mantel 25 años antes.

Ella le contó que vivía en Austria y tenía una vida holgada. Cuando llegaron los nazis fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a saber de su esposo, ni de su familia. Quiso que el mantel quedara en la iglesia y el sacerdote la acompañó a su casa.

La noche de Navidad había una alegría increíble. Al terminar la ceremonia, un anciano seguía mirando al frente, hipnotizado. ¿Dónde consiguió ese mantel? Es idéntico al que bordó mi esposa muchos años antes, en Austria. Ella fue presa y yo también, no he sabido más de ella… El sacerdote le invitó a dar un paseo y lo llevó a la casa de su esposa. El encuentro fue indescriptible. (O)