Estamos inaugurando un nuevo gobierno, las señales agrícolas bananeras son positivas, las autoridades del Magap que nos atienden directamente están dispuestas a escuchar nuestros planteamientos, los que se pueden resumir en una sola palabra: competitividad; si seguimos con una ley obsoleta y con cargas impositivas y operativas cada día más fuertes, no saldremos adelante, hay que aprovechar ahora que se está iniciando la gestión, que no hay compromisos políticos fuertes que impidan modernizar la operación bananera.

La anterior administración fue aceptable, lamentablemente las barreras políticas impidieron que la buena voluntad y la buena gestión se desarrollaran.

Los nuevos administradores nos indican que el país esta ávido de divisas y que el banano es el rubro más importante después del petróleo; de acuerdo, entonces ¿por qué no crear un Ministerio o por lo menos un Viceministerio del Banano?, como acertadamente se separó el Ministerio de Pesca del de Agricultura, tomando en cuenta que el banano produce mucho más divisas que la pesca y más que la industria camaronera.

Estamos perdiendo terreno en los mercados, mientras algunos países competidores avanzan en producción y siembras, nosotros tenemos prohibiciones absurdas, como no permitir la siembra de banano orgánico; nuestro vecino Perú desarrolla esta explotación a ritmo acelerado y con todas las protecciones y financiamiento privado y público.

Tenemos que entrar de lleno en las certificaciones, un proceso lento y costoso, que creo que el Magap debería involucrarse para facilitar y abaratar la consecución; el mercado cada día se vuelve más exigente y hay que seguirlo.

Los precios tienen que seguir al mercado; si se insiste en el precio oficial, permitir la fluctuación entre temporada alta y baja, con tal de que el promedio anual sea el oficial. Este precio tiene que ser el real, no político, no tener la obligación de subirlo todos los años para quedar bien con los demagogos de siempre ahora transformados en tira piedras, esto es un negocio y hay que tratarlo como tal.

La asociatividad ha dado buenos frutos, tanto productores grandes como pequeños se han unido y están enfrentando al mercado y los costos con buenos resultados económicos y sociales, ¿por qué no promover estos buenos ejemplos y dejar que las situaciones propias del negocio se arreglen entre los socios y no que el Estado tenga que intervenir? (O)

Cecilio Jalil Morante, ingeniero agrónomo zamorano, Guayaquil