Va siendo hora de que el Miduvi haga honor a su nombre. Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, que de desarrollo urbano, poco o nada ha hecho. Con el enfoque de la vivienda como elemento importante de la construcción de ciudades, pero no el único, el Miduvi debería centrarse en el apoyo a los municipios; mediante políticas públicas de largo plazo de desarrollo urbano y vivienda, así como con instrumentos de planeación y normativa, debe ser la instancia mediante la cual se ponga en marcha un plan de desarrollo de ciudades y los sistemas para que los ciudadanos podamos acceder a ellas y a las edificaciones de habitación. Debe ser el puente entre el Gobierno Central y los gobiernos locales.

Dentro de esa óptica, retomar el barrio como el espacio de participación y actuación municipal, se vuelve urgente. He podido conocer metodologías a escala barrial y humana que brindan herramientas para hacer del barrio un espacio de actuación público-privado. Profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central lo explican y aplican con un lenguaje aterrizado, entendible para todos. Bien haría el Miduvi en poner atención a esas experiencias y aprender de ellas con algo de humildad.

Y si de barrios hemos de pensar, es necesario poner el foco y repensar sobre qué hacer con el patrimonio ya construido en las ciudades. Por una larga y dispendiosa década, nos hemos enfocado en que todo debe ser nuevo; los códigos estéticos del expresidente, tan apegado al cemento, hicieron que se menospreciara el esfuerzo que ciudadanos y familias han hecho a lo largo del tiempo para dotarse de un espacio para ellos y sus hijos. El tan manoseado tema del déficit –el faltante– de vivienda señala que, claro, con población joven, hará falta construir espacios nuevos, pero también que lo que abunda es vivienda que no reúne las calidades para un buen desarrollo de sus ocupantes. Este es el déficit cualitativo, dicho en lenguaje tecnócrata, el faltante de calidad, para entendernos todos. Y ese faltante no es solo de las casas que pueden echar en falta seguridad, saneamiento, estabilidad, sino también de los barrios carentes de servicios, calles adecuadas, espacio público y transporte.

Nuestro país, nuestro pequeño Ecuador, fue a principios de siglo ejemplo para la región en el manejo de programas de mejoramiento de viviendas y de mejoramiento de barrios con el apoyo financiero del BID, pero concebido y manejado por ecuatorianos. Iniciativas que se realizaron bajo el alero del Miduvi, pero que, penosamente, bajo la pretensión adánica del expresidente, fueron desechadas para construir desastres como Socio Vivienda. Se necesita de urgencia retomar los programas de mejoramiento, integrando el mejoramiento barrial con el de las viviendas que en ellos se encuentran; más aún en un periodo en que los recursos escasean y el Miduvi no tiene ni para honrar bonos entregados hace años.

Mejoramiento de barrios con mejoramiento de viviendas populares, construidos a pulso por la gente, pueden ser un buen punto de encuentro para que políticas nacionales orientadas por un nuevo Miduvi apoyen a los municipios y los barrios urbanos organizados con su gente. Este puede ser también el espacio para retomar lo local, como el espacio para la política, pero una de verdad, que se ocupe de las necesidades de la gente, con su participación y con su conciencia de ciudadanía.

(O)