En una columna anterior me referí a la prioridad que debe darse a la vivienda urbana, pero también la necesidad de cambiar de enfoque para concebir y ejercitar la vivienda como parte de la construcción de ciudades, liderada por los municipios. También enfaticé en la visión de que lo de la vivienda es más que casas, que es un asunto que nos compete a todos, por lo que se hace necesaria una política de Estado con reglas claras y sistemas que se sostengan en el tiempo.

Para hacer esto posible, se han de abordar varios temas críticos: el suelo, los servicios, el financiamiento, entre otros. Respecto del suelo, señalé la necesidad de la intervención municipal designando áreas de actuación especial para vivienda. En esencia, este instrumento permitiría el congelamiento de los precios del suelo al valor actual, pero también que los propietarios participen de los beneficios de los nuevos desarrollos en los llamados emprendimientos público-privados.

Respecto de los servicios, estos serían la primera actuación de los municipios; llevarán a las áreas designadas agua, drenaje, alcantarillado, electricidad; vías, conectividad y transporte. Dentro de estas actuaciones bajo un plan general, se designarán las áreas destinadas a espacios y equipamientos públicos. El Banco del Estado deberá ser el organismo de financiamiento de estas obras. Generados estos suelos urbanos, se lo podrá entregar a empresas privadas que desarrollarán los proyectos de vivienda, bajo normas establecidas y concertadas que aseguren precios razonables y estándares de calidad, con retorno de valor y ganancia a los aportantes del suelo.

El del financiamiento es tema crítico que merece todo un tratado. Se necesita financiamiento para desarrollo de suelo y servicios, para los constructores generadores de oferta de vivienda y crédito para los demandantes de vivienda. Ya he dado pistas respecto del primero. Respecto del segundo, existen líneas de crédito al constructor de vivienda en la CFN, con la limitación de rango de entre 40 y 70 mil dólares, y otra, en el BDE para vivienda de menos de 40 mil. CFN algo ha logrado y BDE ha sido un total fracaso; las dos líneas deberán ser evaluadas y reorientadas. En ese sentido, el BDE debe salir del tema inmobiliario y concentrarse en el financiamiento de obras a municipios, sobre lo que tiene experiencia y razonable competencia.

Acceder a una vivienda adecuada en un mercado formal no es posible sin crédito hipotecario para los compradores. La estabilidad que trajo la dolarización ha hecho posible el crecimiento de este crédito, pero aún no llega a las familias de menores recursos. Si bien el bono para la vivienda en su momento ayudó, todavía el crédito resulta muy caro. En 2007 junto con el Iefivi, luego de una evaluación continental de lo que ha funcionado y lo que no, se propuso un sistema de crédito hipotecario con subsidio de tasa, subsidio que se absorbía con crédito tributario a los otorgantes del crédito, para evitar las distorsiones de tasas en el mercado. Este sistema se ha usado con éxito en Panamá por más de 30 años, y en 2008 fue adoptado por Colombia con muy buenos resultados. Habrá que reevaluar este tema.

Pero nada de esto será posible sin estabilidad de la economía y confianza de los actores en las políticas y mecanismos estatales. Solo así se crearán empleos, condición previa indispensable para pensar en vivienda. (O)