La imagen de las manos limpias con la que Rafael Correa retrató a la Revolución Ciudadana hasta el final, quedó muy golpeada la semana pasada con las acciones desplegadas por la Fiscalía. Los dos golpes más duros al correísmo fueron las acusaciones al contralor general del Estado, Carlos Pólit, y a un tío del actual vicepresidente de la República. A Pólit se le acusa de concusión. Consiste, según el Código Penal citado el domingo por El Comercio, en abusar de un cargo público para exigir “derechos, cuotas, contribuciones, rentas, intereses, sueldos o gratificaciones” ilegales. Diez largos años, a los cuales se iban a sumar otros cinco años gracias al apoyo que tuvo del Ejecutivo para un nuevo nombramiento, la Contraloría estuvo en manos de una persona hoy acusada de corrupta. Ahora sabemos que con Pólit toda lucha contra la corrupción estatal era batalla perdida, mientras las inmoralidades de la Revolución Ciudadana seguramente podían arreglarse entre amigos. Que no vengan ahora a rasgarse las vestiduras los correístas con el discurso de la moralización del país, caiga quien caiga.

El segundo golpe constituye la acusación al tío del vicepresidente de haber recibido 13 millones de dólares en coimas a cambio de facilitar la adjudicación de contratos a Odebrecht. Él ha sido cercano al Gobierno y a su sobrino. El vicepresidente, hombre protegido de Correa, se transforma en una pesadísima carga política del nuevo gobierno. Los mayores escándalos de corrupción conocidos de la Revolución Ciudadana involucran a personajes cercanos a él: el exgerente de Petroecuador, Álex Bravo; el exministro de Energía Carlos Pareja –quien, dicho sea de paso, había denunciado que Pólit recibió maletas con dinero, o sea que el hombre sabía–; un ministro de Electricidad ; y ahora el tío.

Los dos golpes afectan directamente a Correa porque aparecen evidencias de que en su gobierno no había condiciones para luchar contra la corrupción. Si había tanta información previa, como sostuvo el expresidente en un tuit la semana pasada, ¿por qué se empeñó en que Glas fuera el candidato a la Vicepresidencia? Si había tanta información ¿por qué no objetó la nueva designación de Pólit? ¿Creía en la honorabilidad de Glas? ¿Pensó que estaba muy blindado al igual que el contralor? Glas pasará a ser blanco de nuevas y mayores sospechas mientras crecerán las presiones para librarse de él. Una papa caliente que agravará las disputas internas en Alianza PAIS.

La decisión del Gobierno parece encaminarse a destapar la corrupción antes de que la corrupción lo tape y ahogue. Debe ser tan gordo y pesado el tema que Moreno prefirió apoyar esta batalla fiscal a riesgo incluso de provocar un sisma dentro del movimiento de gobierno. La opción de manejar los precarios equilibrios internos entre Moreno, Correa y Glas se ha roto apenas producida la transición. Las acciones del viernes pasado dejan a Moreno fortalecido ante la opinión pública, a Glas muy comprometido y a Correa en observación. Ya nadie creerá sus proclamas de las manos limpias. Se abrió un boquete a la credibilidad moral de Alianza PAIS y de la Revolución Ciudadana. Y Moreno ha decidido tomar distancia para evitar que su gobierno se vea arrastrado por las inmoralidades del período anterior. Cuestión de sobrevivencia política, ante todo. (O)