Los operativos de allanamientos y detenciones de los últimos días bien pudieron haberse hecho meses atrás. Toda la trama de corrupción de Odebrecht al Ecuador ya había sido denunciada por periodistas y medios independientes. Perú no necesitó que la fiscalía brasileña permita la revelación de los implicados en el caso Odebrecht para iniciar las investigaciones y llegar inclusive a ordenar la detención del expresidente Toledo. A las autoridades peruanas les fue suficiente la información que publicó el Departamento de Justicia de los Estados Unidos a fines del año pasado. Con ese dato, y, claro, con la necesaria independencia institucional, pudieron avanzar como lo hicieron.

Alguien debe, entonces, explicarle al país quién impidió que se actuara con similar celeridad, y por qué ahora solamente se lo hace. No se necesita ser un Sherlock Holmes para darse cuenta de que la pasividad e inacción de los últimos meses pudieron haber sido aprovechados por esta red de maleantes para esconder lo robado, complicar evidencias, preparar puertas de escapes y adoptar medidas de protección. Sabían estos individuos que luego de los Panamá Papers y las delaciones de Marcelo Odebrecht corrían un altísimo riesgo de caer. Para esta mafia fue, pues, una bendición la protección que tuvieron en esos meses.

¿Qué habría pasado si en el Ecuador hubiese existido una independencia de poderes, y, a partir de las revelaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, se habrían hecho las primeras detenciones en cosa de pocas semanas, tal como sucedió en otros países de la región? Para comenzar, ello habría provocado un cataclismo electoral.

¿Quién gozaba, entonces, de tal poder durante esos meses para ordenar que las investigaciones se hicieran con cuentagotas y sin la celeridad necesaria? ¿Quién poseía tal autoridad para lograr que se represaran las investigaciones entre diciembre de 2016 hasta hace dos semanas? ¿Quién habría podido manejar los hilos del poder con tal fuerza, que quienes hoy están perseguidos y acusados, hasta hace poco eran honorables funcionarios públicos? ¿Quién ordenó que Odebrecht regrese al Ecuador luego de que fue expulsada diciendo que era corrupta, y quiénes lo implementaron? Es que resulta imposible pensar que los mencionados allanamientos hayan sido el fruto de investigaciones de última hora.

Una explicación sería que ese individuo, que habría sido capaz de mantener bajo control a todo el andamiaje estatal para darle así a la mafia criolla de Odebrecht el tiempo suficiente para organizar su retirada, ese individuo, decíamos, ya no tenga ese poder de control, y que hoy, sin ese poder encima de ella, la fuerza pública se haya sentido con las manos libres para actuar como debió haberlo hecho meses atrás.

Semejante poder no podía haberlo tenido sino quien haya sido el capo di tutti capi –término acuñado por la mafia italiana–, es decir, el jefe de todos los jefes.(O)