La tarea anticorrupción que le espera al presidente actual es ardua, tendrá que luchar contra cierta corriente enquistada por el gobierno anterior. Si en algo se distinguió un gobierno pasado, fue en corrupción. Corrupción política, moral, ética y la que más suena, económica; pasamos de partidocracia a corruptocracia desde la campaña acusada de contribuciones de las FARC, hasta escándalos de Petroecuador y Odebrecht.

El caldo de cultivo de la corrupción es la impunidad. El delito sin consecuencias. El ejemplo más reciente fue el indulto presidencial a quien participó en un delito de estafa, la justificación fue el arrepentimiento del reo; ¡vaya!, soltemos a todos, pues todos están arrepentidos. El expresidente afirmó que un 3% de “honorarios” por agilitar un contrato o un pago, no era delito, dio “cátedra” al afirmar que si la coima se pagaba después de la salida del funcionario y generaba factura, tampoco era delito. Prácticamente ordenó el cambio de una acusación, al fiscal. Los delitos de microtráfico se suavizaron, y se borraron los delitos de menores. En lo político, concentrar el poder eliminando la balanza de vigilancia mutua entre los poderes del Estado, es la más alta corrupción contra el pueblo. Interpretar antojadizamente la Constitución para beneficios políticos, reformar la Constitución aduciendo enmiendas, saltándose la aprobación del soberano, es corrupción en su máxima expresión. Maniatar la justicia es garantizar la impunidad. Las vertiginosas sentencias en 24 horas, de jueces sustitutos y la cancelación de jueces por emitir criterios contrarios al régimen, reflejaron corrupción. El presidente Lenín Moreno necesita el apoyo de todos los ecuatorianos contra el establecimiento corrupto que hereda. Cumpla lo ofrecido presidente Moreno, el pueblo lo apoya.(O)

Gustavo Emilio Echeverría, avenida Samborondón