El martes 24 de mayo de 2017 respiré con algo de tranquilidad, escuché todo el discurso del presidente del Ecuador, Lenín Moreno, y si cumple lo que nos ha dicho sería como ver la luz al final del túnel.

Lo que me llenó de asombro no fue que nos haya dicho que va a fortalecer la dolarización y no habrá moneda paralela, dará seguridad al país dando incentivos a la producción para promover al Ecuador para la inversión extranjera, etcétera. Lo que me llamó positivamente la atención es que indicó que defenderá la vida desde la concepción hasta la muerte natural; que hay que educar a los niños en los valores fundamentales para hacer de ellos hombres de bien; que impulsará a los jóvenes para que sean emprendedores con formación, que les permita trabajar con honestidad; luchará contra la droga, no permitirá que se cercene el futuro de nuestros hijos con esta plaga que la combatirá totalmente; trabajará por la formación de las familias, pues son cimientos de la sociedad; se preocupará por los ancianos, que tengan una vida digna hasta cuando les llegue la hora de partir, así damos ejemplo a nuestros hijos, y además porque para allá vamos todos; que sabrá escuchar, permitirá la libertad de expresión a la prensa con respeto, no con odios; que una manera de combatir la corrupción es haciendo que el ser humano piense más en el tú que en el yo, pues cuando priman los intereses personales se inicia el camino de la corrupción; que en Ecuador no se hará nada sobre los ciudadanos sin los ciudadanos.

El presidente tiene una manera pacífica de explicar y motivar al país, como lo dijo, es por su formación en física cuántica que le permite ver en los más pequeños elementos del átomo como destellos de luz, que terminará siendo una realidad si así lo queremos, lo cual es motivador, solo que tendría que indicar que esos microdestellos de luz que nos arman la realidad provienen del Creador de la luz, de la omnisciencia, cuyo conocimiento basado en nuestra maravillosa fe nos genera confianza y protección de Dios a la gran mayoría de los ecuatorianos que tenemos formación cristiana.

Que el mutuo respeto a nuestras creencias sea un factor importante en estos cuatro años del nuevo gobierno.

Para finalizar quisiera pedirle al señor presidente Moreno que elimine del “diccionario” la palabra “pelucón”, que trajo en estos diez años división entre los ecuatorianos, nunca tuvimos odio de clases sociales por tener unos más y otros menos recursos económicos, y como lo dijo el presidente, el odio hace mucho daño, en especial a quien lo promueve.(O)

Eleana Endara Borja, ingeniera comercial, avenida Samborondón