Me dirijo a usted, en su primer día a cargo del Miduvi, con la intención de reflexionar públicamente sobre los asuntos que –a partir de hoy– estarán bajo su responsabilidad y administración. Personalmente, no conozco las razones por las cuales usted haya sido escogida para dirigir el ya mencionado ministerio. Sin embargo, no pretendo realizar cuestionamiento alguno al respecto. Solo quiero aprovechar el comienzo de un nuevo gobierno para poder poner algunos temas importantes en debate.

La vivienda ha sido siempre un ámbito mencionado con frecuencia en tiempo de elecciones. Es muy excepcional el candidato a la Presidencia de la República que no le dé un espacio considerable al desarrollo de proyectos residenciales populares dentro de sus planes de campaña. El presidente entrante no ha sido la excepción a esta regla. Queda sobre la mesa la gran pregunta: ¿Cómo alcanzar de manera satisfactoria el número de viviendas propuestas en campaña? Ese es un objetivo que ningún gobierno previo ha logrado antes. Tal afirmación no es exclusiva para nuestro país. También sigue ocurriendo en varios países a nivel mundial. ¿Cuáles pueden ser las alternativas para aproximarse de manera innovadora y eficaz al problema de la vivienda?

Lo primero que me atrevo a sugerir es cambiar la forma con la que se enfrenta el problema del déficit habitacional del país. Si maneja este problema social como un simple número, se lo atenderá exclusivamente a través de números, dejando afuera una serie de variables que pueden degenerar en nuevos problemas y de mayor magnitud.

La vivienda debe contar con características específicas. Debe entendérsela como algo más que un techo. Estamos hablando de lo que debe ser el entorno ideal para el crecimiento y desarrollo de una familia. Por ello es muy importante reflexionar sobre la materialidad de la misma. ¿Puede un techo de metal, sin aislamiento térmico, ofrecer las condiciones óptimas para una familia que viva en los campos de la Costa ecuatoriana? Preguntas como esta son las que deberíamos formularnos tanto en el sector público como en el privado.

Otro aspecto que debe ser replanteado es la vivienda desde la escala urbana. Ya son de conocimiento público las negativas consecuencias de satisfacer la demanda de vivienda a través de extensos proyectos destinados únicamente a la construcción de casas y departamentos, sin que se dé la interacción con espacios de uso de suelo mixto. Proyectos como Pruitt-Igoe en St. Luis, Missouri, o Ixtapaluca, en México, han fracasado por destinar sus espacios exclusivamente a la vivienda, sin dejar sectores destinados a usos mixtos entre comercio y vivienda. El aumento de la inseguridad es el precio a pagar por usos exclusivos de suelo. Meses atrás, las autoridades provinciales de la Policía Nacional hacían declaraciones públicas desde la Gobernación del Guayas, para informar sobre sus planes de reanudar sus patrullajes en Socio Vivienda, barrio del cual fueron expulsados por sus habitantes. Socio Vivienda es un proyecto del cual tenemos mucho que aprender a nivel local.

Espero que su administración se caracterice por abrirse a nuevas estrategias y alternativas. Que la generación de vivienda se convierta en el desarrollo de comunidades sostenibles y perdurables de manera óptima a través del tiempo. (O)