Los ecuatorianos tenemos el derecho de conocer el pensamiento de LM respecto de temas que nos preocupan: educación, salud, deuda externa, economía, justicia, seguridad, comunicación, presos políticos, libertad, patria, etcétera.

Las redes sociales sirven para informarnos sobre detalles importantes de la manera de ser y de expresarse tanto de familiares como de amigos. Los chats, de alguna manera, son cédulas de identidad que nos dibujan y nos acercan a pesar de las distancias. Soy parte de grupos familiares afincados en Quito, Ambato, Cuenca y el mundo, además de padres de familia cercanos a mi vida de maestro y uno muy importante: ‘Vecinitos de La Milina’, en Salinas. Con ellos extrapolamos nuestros sueños, aplaudimos coincidencias y también escondemos divergencias. Un par de semanas atrás compartí esta reflexión:

“Si me preguntan qué es lo que no quisiera, diría: encontrarme dentro de la piel de LM. ¿Por qué? Porque nunca segundas partes fueron buenas. LM tiene dos caminos: ser Presidente, con mayúscula, ejercer sus poderes a cabalidad, o ser presidente, con minúscula, es decir, alguien al vaivén del muñequeo sistemático de quienes se autoeligieron como baluartes de un sistema político, ahora en franco deterioro en los países que lo adoptaron como panacea para la creación de una patria nueva. ¿Puede ser Presidente un cautivo de un partido?

-Ser Presidente y ser obsecuente subalterno de un partido son antípodas irreconciliables para un demócrata. Con Shakespeare: ser o no ser, es el desafío, a menos que se trate de un malévolo propósito de introducir en nuestro país usanzas de países fracasados, dividiendo a la población entre buenos y malos y valiéndose de medios lícitos e ilícitos para colocar dentro de la sociedad explosivos que al detonar terminen con la familia, la sociedad, la Iglesia, el presente y el futuro. Ser Presidente de la República del Ecuador es un honor y una pesada carga, porque no lo es solamente de sus amigos o seguidores, sino de todos los ecuatorianos.

-LM tiene un pasaporte excepcional hacia el juicio de la historia. Reivindicar los postulados sociales de la Revolución Ciudadana, darles solidez y congruencia, despojarlos de adherencias enfermizas y convertirlos en instrumentos de justicia social y de paz o ser una ficha más de un tablero manejado por gente capaz de esparcir el veneno de falsas conquistas, de luchas fratricidas e incapaz de administrar un país, esta vez, en bancarrota.

-LM tiene una urgencia: legitimar su mandato. El conjunto de ilegalidades, antes, durante y después de las elecciones quedó grabado en la conciencia nacional como una decisión de Estado, de hacer que una tendencia gane porque debía ganar. Sobre esto se ha escrito y dicho bastante. LM tiene la obligación de mostrar su rostro auténtico, de abrir los labios, de dejar que el país conozca lo que no pudo decir durante la campaña, porque huyó conscientemente de una exposición de su pensamiento y de su plan de gobierno. El nuevo Presidente tiene demasiados problemas que hereda de su antecesor como para perderse en titubeos o silencios ofensivos. Al vicepresidente Glas Ecuador lo conoce, demasiado.

“A veces me pregunto si Macarena logró darle alegría a su cuerpo…”, A.A. (O)