En uno de los soliloquios a los que nos ha acostumbrado un camarada presidente en el que discrepara con su subalterno fiscal, creaba la fecha de expiración para ciertos delitos como las coimas; dijo después de defender a un funcionario que el señor fiscal se había tomado la libertad de acusar: “…, bueno, dejemos que la justicia actúe”. Para mí eso conlleva muchas interpretaciones no solo por la frase misma, sino por la manera, incluida la forma de mover su mano izquierda, como que él, el que lo reemplaza y muchos otros del partido, en su momento, serán los que determinarán sentencia, ya que a la justicia se le dio la oportunidad de opinar. Salado si opinan en contrario.

Esta reflexión la hago no porque en el Ecuador hayamos vivido épocas de real justicia, sino porque nunca se usó la cara de tuco para tales afirmaciones, y porque estoy seguro de que al momento de que el camarada la dijo, muchas manos aplaudieron sin pensar siquiera que estaban escupiendo hacia arriba, y ya sabemos lo que la gravedad hace en esos casos. Debemos estar conscientes de que eso es lo que hemos elegido y si el Ecuador ya no es dirigido por un presidente sino por un partido político, debemos esperar muchas otras sorpresas como la de seguir respaldando al hambreador venezolano; porque ante el mundo, los ecuatorianos representados por el Gobierno estamos alcahueteando al podrido maduro.(O)

Eduardo Vargas Tobar, doctor en Medicina, Guayaquil