La Asamblea derogó doce tratados bilaterales de inversión (TBI), incluyendo aquellos con EE.UU., China, Canadá, España, Italia y Chile, países con importantes inversiones en el país y con perspectivas de invertir más en el futuro.

Hay quienes ven esta decisión como algo normal, puesto que la Constitución de Montecristi prohíbe que el Estado se someta a arbitraje internacional, y el proceso legislativo de denuncia se inició hace más de un año. ¿Por qué la derogatoria ahora?

¿Cómo verán la situación las empresas del mundo que buscan dónde invertir y, en primera instancia, solo se fijan en las grandes noticias? Que Ecuador tiene nuevo presidente de la misma línea que Rafael Correa y se derogan los TBI.

En muchos casos, la respuesta será tachar al Ecuador de la lista de los países en los que se está considerando invertir.

Para el gobierno entrante es clave captar inversión extranjera para reactivar la economía y que entren capitales. Las inversiones en sectores estratégicos que impulsa el vicepresidente Glas requieren capital extranjero. Al nuevo gobierno, la derogatoria le viene mal.

Si no se derogaron los TBI durante la larguísima presidencia de Rafael Correa, ¿por qué se lo hace el último mes de su mandato?

Se me ocurren solo dos escenarios posibles. El uno, que lo haya solicitado Lenín Moreno: que le dejen resuelto ese problema. Pero dudo que la derogatoria se deba a un pedido del presidente entrante. No lo conozco bien, pero mi impresión es que Lenín Moreno es sensato y pragmático, y no propugnaría una iniciativa que compromete el éxito de su gobierno.

La segunda opción es la más probable. Que los poderes salientes, la presidenta de la Asamblea y quizá el presidente Correa, hayan decidido que quieren redondear un currículo de izquierdismo latinoamericano con la derogatoria de los TBI.

De ser así, sería una desconsideración con el gobierno entrante, que tiene que pagar las consecuencias. Acciones de ese tipo no caben cuando la sucesión es entre dirigentes de un mismo partido. Con ese tipo de amigos, no se necesitan enemigos.

El proceso debió quedar incluso, los funcionarios del gobierno saliente y los asambleístas de AP deberían trabajar mancomunadamente para que el gobierno entrante se inicie bajo los mejores auspicios. Finanzas, por ejemplo, hace bien, brega por dejarle al gobierno financiado el gigantesco déficit fiscal.

Dicen en la Asamblea que a Lenín Moreno le toca renegociar los TBI. Esa es una falta de perspectiva. Los grandes países tienen un modelo, no van a renegociar condiciones particulares con cada país, peor renunciar al arbitraje internacional, sobre todo tratándose de un país pequeño.

Se critica los TBI por ser una concesión de soberanía. Es cierto, pero en el mundo globalizado, la soberanía no es absoluta. Francia y Alemania, por ejemplo, han renunciado a la emisión de dinero propio.

La necesidad del TBI obedece a que el mundo percibe que las cortes nacionales serían parciales al gobierno, de haber litigio con inversionistas extranjeros. Y al Estado ecuatoriano como conflictivo: nos disputamos con Argentina el campeonato mundial de arbitrajes en el Ciadi.

Con TBI habría más inversión; sin TBI, menos. Las autoridades salientes deciden que prefieren menos. (O)