Los países agroexportadores hacia la Unión Europea esperan con ansiedad los informes que elabora periódicamente la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que tiene a su cargo emitir dictámenes científicos sobre los riesgos reales y emergentes que pudiesen contener los alimentos producidos en su territorio o importados desde terceros, que atenten a la salud de la población. Esa opinión especializada es básica para sostener las exportaciones al mundo, por las dudas sobre residuos de pesticidas en los productos agropecuarios, fuera de los márgenes permitidos por las estrictas regulaciones de la comunidad.

En los primeros días de abril de este año se hizo público el último reporte de la EFSA, incluyendo a Noruega e Islandia, que contiene la estimulante noticia que una alta proporción de frutas frescas o elaboradas provenientes de terceros países, incluido Ecuador, cumplió satisfactoriamente con los requerimientos establecidos, manteniéndose muy por debajo del límite máximo de rezagos químicos, que la cuidadosa legislación europea permite. El aludido trabajo técnico analizó también los productos agrícolas ecuatorianos que franquearon sin dificultad las rígidas barreras, aun aquellos que se identifican como convencionales, que son la mayoría, que utilizan varios agrotóxicos destinados al control de plagas y enfermedades, motivo de explicable inquietud de empresarios y autoridades públicas encargadas de su control.

De un conjunto de 84.431 muestras, el 97,2% resultó con valores dentro de los topes legales, es decir, no rebasó los límites máximos de residuos (LMR) aceptados por la Unión Europea, y, mejor aún, una apreciable cantidad (53,3%) no reflejó trazas cuantificables. Solo el 2,8% superó los extremos permitidos, pero ninguno de los casos conflictivos provino de Ecuador, lo cual crea un ambiente de tranquilidad en productores y exportadores, que no deben dormirse en sus laureles, sino esmerarse mucho más en la utilización de solo sustancias aceptadas, especialmente en las fases finales del cultivo y procesamiento, susceptibles a conservar vestigios de pesticidas que no alcanzan a degradarse, luego de la cosecha. Es meritorio que los productos ecológicos (99,3% libres de residuos) y los alimentos infantiles (96,5%) marcaran la menor presencia de residuos.

Respecto de nuestro producto estrella, el banano, de las muestras analizadas, el 26,9% estuvo libre de plaguicidas cuantificables; el 73,1% mostró saldos permisibles de uno (14,7%) a varios (58,4%) pesticidas, esto último conocido como residuos múltiples, que nutre la polémica sobre el efecto combinado que pudiese tener la acción tóxica conjunta de dos o más agroquímicos, pues teóricamente exacerbaría el peligro frente a los consumidores, hecho aún no demostrado científicamente en los frutos de las musáceas.

Debemos recomendar a todos los actores de la cadena bananera que analicen a profundidad el estudio científico que estamos comentando, pues contiene, además, un detalle pormenorizado de los pesticidas de mayor fijeza, teniendo especial cuidado de utilizar solo aquellos que han sido aprobados por la Comunidad Europea y desistir de los ya descartados por ella o que muestren trazas con mayor tendencia residual, especialmente los que se emplean en la protección del racimo y en los preservantes comunes en el procesamiento y embalaje de la fruta, desde luego bajo la eficaz observación y control profesional de las autoridades fitosanitarias del país. (O)